viernes, 31 de agosto de 2012

Avodá Zará 27 - Primero está la vida


Los últimos días estuvimos analizando los casos de las nodrizas, de los mohalim (aquellos que circuncidan) y de las parteras; hoy nuestra Mishná nos presenta el caso de los médicos. La pregunta es la siguiente ¿puede un judío atenderse con un medico no judío? La respuesta de la Mishná es críptica, como suele serlo, y nos dice que si es por "mamón" uno podría atenderse con un medico gentil mas si es por "nefashot" uno no debiera hacerlo. 

Como ya es costumbre, para los que venimos estudiando diariamente Talmud, serán los sabios de las generaciones que le siguen a la redacción de la Mishná los que intentarán explicar aquellas oscuras palabras. Y nos dirán, entonces, lo siguiente: "mamón" significaría en este contexto "cuando no hay peligro de vida" mientras que "nefashot" vendría a significar "cuando hay peligro de vida". Entonces la halajá quedaría así: cuando una enfermedad no presenta ningún peligro de vida uno puede atenderse con un medico no judío ya que no sospechamos que este hará algo para terminar con la vida del judío (sería en todo caso, demasiado alevoso). Sin embargo en una enfermedad o en una lastimadura con riesgo de vida uno no debiera atenderse porque sería muy sencillo para el medico gentil hacer algo para en vez de salvarlo, hacer que (o dejar de hacer) y que el judío muera. No obstante, los sabios del Talmud no se sacian con esta respuesta y van por más y nos advierten: si se trata de una enfermedad que quizás uno pueda sobrevivir de la misma o quizás no, uno no debiera atenderse con un medico no judío; pero en el caso de una enfermedad que inevitablemente terminará con la vida de un judío uno puede atenderse con un médico no judío ya que "no hay nada que perder". Más allá de que en nuestros días, y ya los sabios del medioevo lo atestiguaban, estas halajot, cayeron en desuso ya que no existe más la sospecha de que un no judío quiera matar a un judío, estos ejemplos nos muestran un gran principio talmúdico. 

Primero está la vida. Discutiendo en torno a esta problemática un sabio talmúdico cita el final del versículo 18:5 del libro de Vaikrá para decir que uno debe vivir por las mitzvot y no morir por ellas. VeJai Bahem, Beshelo Iamut Bahem es el lenguaje que utilizan los sabios. Las mitzvot deben servirnos para la vida no para morir por ellas. Por este motivo los sabios permiten, y obligan, a violar el Shabat para salvar una vida. Debemos siempre recordar que los preceptos nos invitan a vivir, a vivir una vida digna y una vida espiritualmente desafiante. Los mandamientos no están hechos para morir por ellos sino para ser que nuestras vidas puedan elevarse de la mediocridad y de la mundanidad. Los mandamientos nos invitan siempre a vivir una vida más digna de ser vivida, a comprender la importancia y el significado de estar vivo.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Avodá Zará 26 - Amamantando a un idólatra

Una israelita no puede amamantar ni servir de partera a una idólatra; sin embargo las no judías pueden servir tanto de parteras como de nodrizas a los hijos e hijas de las mujeres judías. Así se nos presenta la Mishná. Empecemos a analizarla con las sugerencias del Talmud. En primer lugar, el Talmud es enfático al decirnos que la prohibición de una judía de "criar" a un bebé de una familia idólatra se basa en que en definitiva uno estaría criando a un niño que finalmente terminará siendo un idólatra, y uno como judío no puede ayudar, de una manera u otra, a que eso suceda. No obstante, las autoridades rabínicas posteriores a la era talmúdica dictaminaron que una judía puede ser nodriza de una familia no judía siempre y cuando hayan aceptado los siete preceptos universales (sheva mitzvot bnei noaj), y en este sentido dejan de ser idólatras, por lo cual no hay ningún conflicto en ayudar en la crianza de una familia "noajida". 

Vayamos a un segundo escenario. Estuvimos estudiando que el Talmud es muy enfático en no dejar a mujeres, animales u hombres en los aposentos de los no judíos porque estos están sospechados de ser asesinos y violadores. Siendo esto así debemos preguntarnos ¿por qué la Mishná permite que no judías cuiden de bebes indefensos? El Talmud se hace la misma pregunta y dice que las mismas, al igual que los hombres idólatras, están sospechadas de derramamiento de sangre. Por este motivo aclaran que ellas sólo pueden ser nodrizas o parteras de mujeres judías siempre y cuando, estén siempre bajo "territorio judío" y bajo la mirada y supervisión de un judío (para asegurarse así que no puedan hacerle nada al bebe). Huelga decir que estos prejuicios y suposiciones ya no tienen fundamento en nuestros días por lo cual la halajá debe modificarse en ambos sentidos; permitiendo que las mujeres judías sean nodrizas de familias no judías y que mujeres no judías sean parteras de madres judías.  

Brit Milá. Y los hombres no podían quedar afuera ¿Qué pasa con el Brit Mila? ¿Puede un no judío circuncidar a un judío o viceversa? Vayamos directamente con la halajá que creo que los sorprenderá. Un judío no puede circuncidar a un no judío, salvo en el caso que este lo quiera hacer en nombre de las mitzvot (un caso típico es el de los musulmanes). Un no judío, al igual que una partera no judía, no puede circuncidar a un judío porque se sospecha que puede matarlo. Ahora sí, y aquí viene lo interesante, todos los judíos están habilitados para circuncidar a un judío. Incluso un esclavo, una mujer o un niño; en caso, aclara el Rambam, que no haya un hombre que pueda hacer la circuncisión. Y más aún, si por algún motivo un no judío le hizo el brit milá a un judío este no tiene que volver a hacerlo sino que simplemente debe sacarse una gota de sangre (Hatafat Dam), para "confirmar" la circuncisión. 

Categorías de transgresores. El Talmud discute en una breve sección los diferentes tipos de transgresores que hay. Habla basicamente de dos: Del min y del meshumad. Los minim (plural de min) son, según un sabio talmúdico los judíos que transgreden el mandamiento de idolatría. Mientras que los meshumadim (plural de meshumad) son los que habitualmente transgreden cualquiera de los otros mandamientos de la Torá. Sin embargo, estos últimos, se dividen en dos categorías: Quienes lo hacen leteavon (simplemente por placer. Ejemplo: Quien come jamón no porque quiera transgredir la Torá sino porque le gusta mucho ese fiambre) o quienes transgreden leajis (para hacer enojar a Ds. Ejemplo: Quien aunque no tenga que prender fuego en Shabat lo hace para revelarse contra los mandamientos). 

martes, 28 de agosto de 2012

Avodá Zará 25 - Sobre milagros...

10:12 Entonces Josué habló a D-s el día en que Ds entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. 10:13 Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Iashar (Sefer HaIashar)? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. (Ioshua 10:12-13)

Los milagros y el hombre de fe. La RAE define a los milagro como el "hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino". Los milagros son entonces, todas aquellas cosas que escapan a nuestra comprensión humana. En este sentido con el avance del conocimiento, la ciencia y el estudio de los procesos naturales los milagros se reducen. Mientras más sé, más conozco, menos posibilidades tengo, si seguimos esta lógica argumentativa, de considerar ciertos fenómenos como milagros poseo. 

El Tanaj está repleto de lo que podríamos denominar "milagros". Desde la creación del mundo, pasando por la apertura de las aguas, hasta un burro que habla. Sin embargo, nuestra sugyia talmúdica, estudia en esta ocasión el milagro más conocido del guerrero, y sucesor de Moshé, Ioshua bin Nun. Cuando este líder militar junto al pueblo de Israel estaban conquistando la tierra prometida, en un momento Ioshua le pide al Eterno que este detenga el sol y la luna (vemos aquí la visión geocéntrica del redactor), para que así, en las horas que todavía restaban de luz (únicos momentos donde se batallaba) pudieran ellos terminar con sus enemigos. Y así, tal como pidió Ioshua, el sol se detiene en lo alto del firmamento, dándole tiempo al ejército de Israel para acabar con sus enemigos. 

Los milagros, dice el gran critico literario Harold Bloom, sólo convencen a los que ya están convencidos. Un creyente tradicional (aquellos que se quedaron con los paradigmas del medioevo) verán en este hecho un prodigio divino. Los ateos o escépticos dirán que esto es una mera fábula. Entonces ¿cómo podemos entender los milagros? En primer lugar, en mi lectura como creyente posmoderno, debemos apreciar que el principal milagro es la existencia. Aquella fuerza que tuerce a la realidad desde la no existencia a la existencia es el milagro fundamental. El estar vivos es un milagro. En segundo lugar habría que reconocer, como el excomulgado Spinoza sostenía, que los milagros no son otra cosa que las leyes de la naturaleza. El funcionamiento del mundo es lo milagroso; el mantenimiento de los ritmos de la naturaleza es el milagro. 

Como creyentes posmodernos, comprendo yo, debemos revindicar los milagros pero no como aquello que no podemos entender, ya que eventualmente la ciencia podrá explicar en un futuro lo que a nosotros nos resulta milagroso, sino más bien como una forma de ver y entender el mundo. La palabra milagro deriva del latín miraculum que significa mirar. Los milagros son una forma de apreciar el mundo. Creer en los milagros es contemplar a la naturaleza y al mundo que nos rodea con asombro renovado. El mundo material no se modifica para un creyente o un ateo, lo que se modifica es la forma en la cual cada uno ve aquella realidad que se le presenta ante sus ojos. Los sabios del Talmud, creyentes tradicionales, discuten cuantas horas exactamente el sol se detuvo para Ioshua, algunos dicen 24 horas, otros dicen 36 y hasta algunos dicen 48; pero seguramente el sol no se detuvo para Ioshua. Lo que sí ocurrió, sin embargo, fue la forma de contemplar el tiempo que tuvo Ioshua. El tiempo, tal como los ciclos del sol, es igual para todos, pero cada uno lo vive, de acuerdo a la forma que uno ve el mundo, de una manera diferente. Los días, para toda la humanidad, tienen 24 horas, sin embargo ciertos días se nos presentan como una eternidad y otros se nos van en un instante. 

Evoquemos las palabras del maestro Heschel cuando afirmaba que el principal fundamento del hombre de fe es poder mirar al mundo con un "asombro radical".

lunes, 27 de agosto de 2012

Avodá Zará 24 - La singularidad en la generalización.

En las últimas 24 hojas, el Talmud no llenó su boca de elogios hacia el mundo no judío de su época. Los consideraba violadores, idólatras, asesinos, brutos, vagos y sinvergüenzas. Esta es la mirada general, sin embargo, siempre hay excepciones a la regla. Y hoy Rabi Eleazar, el mismo que ayer nos decía que sobre los no judíos cae la suposición de ser violadores, nos dice que todavía hay mucho que podemos aprender de algunos de ellos. Vayamos al caso en cuestión.

El efod. Los alumnos de Rabi Eleazar le preguntaron a su maestro: "¿Hasta donde llega el cumplimiento del precepto de honrar a nuestros padres y nuestras madres?". Lo que querían saber era cuál era el límite o hasta cuándo uno tenía que honrar a sus padres. Rabi Eleazar, como todo buen educador, responde con un ejemplo práctico al decirles que salgan y que vean lo que cierto goi (no judío) hace para con su padre en la ciudad de Ashkelon. Este joven al parecer le tenia un increíble respeto a su padre y cierta vez unos sabios fueron y le pidieron que les de algunas piedras para el Efod (el pectoral que utilizaba el Sumo Sacerdote) y le ofrecieron una suma elevadísima de dinero por estas piedras. Pero la llave que habría el cofre donde se encontraban las piedras estaba debajo de la cabeza de su padre, quien estaba durmiendo. El joven a pesar de que se perdía una venta millonaria decidió no molestar a su padre para que este pueda seguir descansando. 

La Pará Aduma. Y esto no es todo, continúa relatándonos el Talmud, al año siguiente a este joven le nació una Pará Aduma, una vaca bermeja (roja), dentro de su rebaño. Esta vaca bermeja era muy apreciada por los sabios porque con ella, según narra la Torá, se eliminaba las impurezas de haber entrado en contacto con un muerto, y como nos podemos imaginar no era muy común encontrar una vaca roja. Cuando los sabios de Israel se acercan para comprarle la vaca el joven con asombrosa sinceridad les dice: "yo sé que si les pido todo el dinero del mundo por esta vaca bermeja ustedes me la darán (por lo imprescindible que era para eliminar las impurezas!) yo solo les pido que me retribuyan por la venta lo que perdí hace un año por no levantar de la siesta a mi padre". 

Las generalizaciones nos dañan, nos lastiman y nos ciegan. Es cierto, quizás, alguna de las descripciones que hacían nuestros sabios con respecto a su entorno no judío en aquella época, no obstante Rabi Eleazar nos demuestra que siempre debemos evaluar a cada persona en su particularidad y no como "parte de un rebaño". Hoy en día, como judíos, y por causa del conflicto que se da entre palestinos e israelíes, estamos acostumbrados a poner a todos los palestinos, e incluso todos los árabes, bajo la misma rúbrica: terroristas y antisemitas. No obstante cada árabe y cada palestino es un mundo en si mismo y las excepciones muchas veces superan a la (supuesta) regla. No permitamos que las generalizaciones y que los lugares comunes nos cieguen y no nos permitan ver más allá de nuestros prejuicios. Eduquemos a nuestra mirada para poder ver las singularidades y las diferencias que nos hacen ser humanos.

Extra, un poco de humor de la mano de nuestros sabios. Nadie de nosotros, en ningúna latitud, vio alguna vez una vaca bermeja; entonces ¿cómo hacían para que nazca una vaca con ese color? La respuesta del Talmud da cuenta de la superstición propia del medioevo y de la antiguedad. Decían que para lograr una vaca bermeja debían pasar una copa roja por delante de la vaca cuando esta estaba teniendo relaciones con un toro. El color de la copa inducía a la vaca a criar en sus vientres a una vaca bermeja ;)

sábado, 25 de agosto de 2012

Avodá Zará 23 - Solucionando una contradicción

El Talmud se enfrenta a un gran problema: En la última hoja estudiada, la Mishná había planteado que no podemos entregar a uno de nuestros animales a un no judío por la suposición de que este lo violaría; no obstante una braita (otras citas rabínicas que no entraron en el canon de la Mishná) nos dice que podemos tomar animales de los no judíos para ofrecer un sacrificio y no tenemos que tener la suposición de que estos tuvieron relaciones sexuales con los animales. Aclaremos aquí que los animales deben, para ser ofrecidos como sacrificio, estar puros y el "haberse acostado" con hombres los hace impuros y psulim (no aptos) para ser sacrificados.

Y lo mismo sucede con las mujeres. Otra braita nos enseña que si una mujer judía queda a solas con un no judío, igual así puede volver a estar con su marido o comer de la trumá (alimento sagrado), si su pareja era cohén. Aclaremos en este caso que según el Talmud una mujer judía que se acuesta, o es violada, por un no judío es considerada una zoná (prostituta) y no puede volver a casarse ni con su marido, ni mucho menos con un sacerdote. 

En este caso ¿Cómo se explica esta contradicción? Si por un lado la Mishná nos dice que los no judíos tienen la presunción de violar tanto a los animales como a las mujeres ¿Cómo podemos afirmar que podemos tomar animales de ellos y ofrecer con los mismos sacrificios, o bien, que una mujer puede volver a juntarse con su marido o incluso comer de la trumá

Dos respuestas se esbozan. Rabina, para solucionar esta aparente contradicción, dice que nuestra Mishná establece lo que debe hacerse Lejatjila, en primera instancia, como primera medida. Mientras que la braita nos dice lo que ocurre Bediabad, una vez que el hecho fue consumado. En definitiva, en primera instancia debemos impedir que estas cosas sucedan pero si las mismas suceden "no pasa nada", ni las mujeres ni los animales queda inhabilitados.  

Rabi Pedat, en cambio, esboza otra respuesta posible y dice que la Mishná le pertenece a Rabi Eleazar y la braita a los jajamim; ya que Rabi Eleazar sí tiene la suposición que los no judíos violan a los animales y a las mujeres mientras que los sabios no la tienen. La diferencia está entonces, en la percepción, en cómo vemos al otro. De aquí aprendemos que nuestra mirada afecta la halajá, nuestra forma de entender el mundo y de actuar en consecuencia. 

jueves, 23 de agosto de 2012

Avodá Zará 22 - Las suposiciones sobre los Goyim II

Estamos comenzando un nuevo capítulo pero este comienzo tiene algo de "antiguo". Esta primera Mishná que estudiaremos es la misma que es citada algunos folios atrás en relación a cuáles son las suposiciones que tenían los sabios con respecto a su entorno no judío (lease, idólatra). Vayamos, ahora sí, al texto que está dividido en 3 secciones:
  1. Está prohibido llevar a un animal (de dueños judíos) a una habitación con un no judío ya que existe la sospecha (jashashá) que este habrá de tener relaciones sexuales con el animal. 
  2. Está prohibido la unión (ijud) en un lugar cerrado de una mujer judía con un hombre no judío bajo sospecha de violación.
  3. Está prohibido que un hombre judío esté a solas (BeIjud) con un hombre no judío ya que está la sospecha de que éste lo mate.
Al leer este texto, u otros semejantes, debemos horrorizarnos ante todo . Mas el horror que nos debe provocar un texto tan cruel debe ser seguido de una reflexión y un estudio más profundo del tema. ¿De dónde provienen estas suposiciones? ¿Tienen estas suposiciones una base histórica? y más aún, hoy día ¿Podemos seguir sosteniendo estas suposiciones?

Intentemos responder a estas preguntas de a poco. Los sabios de la Mishná al escribir estas halajot se encuentran bajo el dominio del imperio romano. Un imperio caracterizado, por los propios sabios judíos, como bárbaro y brutal. Años previos a la compilación de la Mishná hubo mucho conflicto entre las comunidades judías y el imperio. Es posible, aunque a la fecha no he leído ningún historiador que pruebe estas suposiciones,  que por aquellos años hayan habido muchas violaciones a mujeres judías (pensar solamente las historias de los soldados durante la primera o segunda guerra mundial). Es posible también que en tiempos de tanta enemistad entre el pueblo judío y sus vecinos los rabinos teman por la interacción cercana entre judíos y no judíos.

En relación a la zoofilia no tengo datos para apoyar mi teoría, pero supongo que esto era una visión polémica más de los sabios judíos en relación a la brutalidad que ellos consideraban como inherente a la idolatría. Dicho sea de paso, el Talmud cuenta que Rabi Irmía en cierta ocasión vio a un árabe que compró en el mercado un muslo y le hizo un tajo para poder "violar" al animal, para luego asarlo y comerlo. Esta exageración me hace intuir que esto es más una leyenda talmúdica que un hecho histórico, pero como les dije, habría que seguir profundizando en el tema.

De lo que sí puedo estar seguro es que estas suposiciones, ergo sus consecuencias legales, ya no son sostenibles en nuestros días; por lo menos en los contextos y en las regiones que la mayoría de nosotros vivimos (quizás mi reflexión sería diferente si mi interlocutor fuera un judío que vive con su familia en el marco de una tribu caníbal de áfrica). En primer lugar, la gran mayoría de los no judíos con los cuales los judíos dialogan, trabajan y trazan amistades a diario, no son idólatras, ni bárbaros. A menos que se demuestre lo contrario, la suposición, en primera instancia, es que se trata de hombres y mujeres con una altura moral igual o quizás superior a la nuestra. Las suposiciones dependen de los tiempos y los contextos, cuando tanto los unos como los otros se modifican, así también debe modificarse la halajá. Hoy cuando hablamos de un no judío no hablamos de un bárbaro o de un idolatra como lo hacían, en gran medida, los sabios del Talmud; sino que hacemos referencia a nuestros jefes, empleados, amigos, compañeros y hasta en muchos casos, parejas. Aprendamos a leer los textos en su contexto y por sus pretextos. 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Avodá Zará 21 - La tierra y su santidad

La Torá plantea que la tierra de Israel tiene, tras la conquista del pueblo judío, un estatus especial sobre el resto de las naciones. Hay algo de sagrado en aquella porción de tierra. Los sabios intentaron a tráves de diversas gezerot (decretos) mantener el estatus de santidad de la tierra de Israel. Por este motivo discuten  si se debe o no, alquilar o vender cierta porción de tierra o una casa a un no judío dentro de la tierra de Israel y alrededores. La halajá queda determinada según la posición de Rabi Iosi que planteaba lo siguiente: No se les vende a los no judíos ni casas ni campos en la tierra de Israel. El primer motivo es porque se les da asentamiento fijo en la tierra y la misma le debe pertenecer a los judíos (según la cosmovisión bíblica), por otro lugar las leyes del Maaser-Diezmo se ven comprometidas si uno le cede un campo a un no judío; y finalmente, aunque no menos importante, siempre está la sospecha de que los idólatras "impurificarán" la tierra con sus servicios y adoraciones paganas.

Seguimos explicando la halajá según la visión de Rabi Iosi. Aunque no se les venden casas en Israel sí se les alquila temporariamente. Ya que la casa a diferencia del campo, no tiene una santidad per se. El campo, desde un comienzo, por estar en la tierra de Israel tiene la obligación de aportar al Maaser pero las casas en si mismas no tienen la obligación de tener mezuzot sino que esta es una obligación del que allí mora. Por ende si un judío alquila la casa a un no judío y este saca la mezuza la tierra no "disminuye" en su estatus de santidad. En Siria, por la proximidad a la tierra de Israel y porque uno podía equivocarse y terminar haciéndolo en Israel, los sabios prohibieron vender campos pero no casas, como así también permitieron alquilar tanto casas como campos. 

Finalmente fuera de los confines de Israel y Siria se permitió tanto vender como alquilar casas y campos a no judíos. Pero (y siempre hay un pero) Rabi Iosef dice que fuera de Israel se les puede vender casas a los no judíos pero si estas se venden o alquilan en un ishuv judío, en un asentamiento con mayoría judía, no se puede hacer que con estas ventas uno produzca un barrio de no judíos al interior de un asentamiento judío. Tomemos el ejemplo de un shtetl en Polonia. Allí uno podría venderle alguna que otra casa a un no judío pero no una gran cantidad porque esto produciría que al interior del shtetl se formase un barrio no judío. Y la Guemará entonces se pregunta ¿Cuánto es un barrio? Y la respuesta es: 3 personas. Tan solo 3 personas son consideradas "un barrio", esto es lo que hoy llamaríamos "3 es multitud".

Como es costumbre, este tema sobre la venta o alquiler a no judíos de territorio o viviendas en Israel es conflictivo hasta nuestros días. Uno no debe tomar, en mi concepción teológica e ideológica, estas declaraciones del Talmud como eternas e inmutables. Todo cuerpo legal vive en un eterno cambio producto de variaciones históricas y temporales. Esto es cierto para las leyes de los modernos Estados con poco más de 200 años de vida (podemos pensar así el cambio en el estatus de los negros o los esclavos) cuanto más debe serlo, entonces, en un cuerpo legal de más de 3000 años. El principio fundante, en nuestro caso, no se altera: debemos salvaguardar y bregar por la santidad de la tierra de Israel; lo que debemos repensar es qué hace sagrada a la tierra. Si no le vendemos las tierras a los no judíos pero sí expulsamos a refugiados sudaneses o permitimos la trata de blancas o discriminamos a las corrientes "no oficiales" al interior del judaísmo ¿es eso santidad? ¿es eso lo que la tierra prometida clama?

Adran Alaj Lifnei Eidein, así concluimos este extenso primer capitulo del tratado de Avodá Zará. 

martes, 21 de agosto de 2012

Avodá Zará 20 - No mirarás a las mujeres!

Mirando a mujeres no judías. La discusión comienza de la siguiente manera. Según los sabios talmúdicos uno no le puede hacer una "gracia" a un idólatra. Si bien a un no judío que habita dentro del Ishuv (poblado) judío uno puede darle regalos, a un idólatra uno no puede hacerlo. No debe congraciarse con ellos. Y aquí es donde entra en escena el dictamen de Rab que dice: le está prohibido a un hombre decir "cuán bella es esta goyia (no judía)". Según este sabio le está prohibido a un hombre judío admirar la belleza de una no judía porque esto sería, como decíamos, congraciarse con ella. No obstante, se cuenta del gran sabio Raban Shimon ben Gamliel que en la colina del Har Habait, donde estaba el Beit Hamikdash, cierta vez al ver a una no judía muy bella pasar le gritó (citando al salmo 104): "Cuan bellas son Tus obras Ds". Y aquí vemos, con mucho humor, como un gran sabio sí admiraba la belleza de las no judías y se congraciaba con ellas. No obstante el Talmud, como casi siempre, tiene una solución para esta aparente contradicción y nos dice que él no estaba alabando a la mujer sino a D-s y a su obra; y eso está permitido. Cuando vemos, nos dice la halajá, una bella mujer o un bello hombre debemos decir "Baruj Shekaja bara Olamo - Bendito sea D-s que así creó el mundo". Hay que alabar a Ds por la belleza, principal elemento de inspiración del poeta y del hombre de fe. 

No mirar a las mujeres. A colación de lo recién expuesto, el Talmud dice que el hombre debe cuidar su alma de todo mal y entiende que esto se logra no viendo a una mujer bella, incluso aunque no esté casada, o a una mujer casada aunque sea fea. ¿Por qué? Para que uno no las mire durante el día y tenga pensamientos sexuales durante la noche y termine impuro (por la eyaculación). Según la lógica del Talmud si el hombre durante el día ve a muchas mujeres puede llegar a excitarse y esto luego, aunque sea involuntariamente, le provocará una polución nocturna lo que lo dejará impuro (por lo menos en los tiempos de Templo de Jerusalem) para entregar un sacrificio. 

En la actualidad. Hace unos días salió en un periódico israelí que hombres ultra-ortodoxos comenzaron a utilizar anteojos que distorsionaban la imagen para cuando caminaban por la calle ver a las mujeres, que pasaban por ahí, de manera borrosa e intentar así cumplimentar esta opinión del Talmud. El problema es, como cierta vez me dijo el Rab Ioshua Kullock, es tomar las opiniones talmúdicas como eternas y ontológicas. Quizás para las normas de moral sexual de la época talmúdica el dictamen de los sabios no era "exagerado" mas hoy no podemos seguir sosteniendo esta posición ya que la misma conlleva en la práctica una segregación total de la mujer en el trabajo, en el estudio y en la vida social. Y muy posiblemente también genere una mayor misoginia. Hoy en día, las mujeres no están recluidas en los hogares y fuera de la vista de los hombres. Tanto hombres como mujeres compartimos, o debiéramos compartir, cada uno de los espacios de nuestra vida, desde el estudio, pasando por el trabajo y otras tareas cotidianas. Y hasta en las plegarias. Somos los hombres y las mujeres los que debemos cultivar en nuestro interior una nueva moral sexual para poder apreciar la belleza del otro sin llegar a la obscenidad ni a la vulgaridad. Debemos redescubrir el valor del recato tanto en nuestras prendas de vestir como en nuestra forma de ver. 

Les comparto una hermosa cita de un sabio talmúdico que aparece en nuestro folio del día:

Rabi Phineas ben Jair dice:  El estudio conduce a la precisión, la precisión conduce a celo, el celo conduce a la limpieza, la limpieza conduce a la moderación, la moderación conduce a la pureza, la pureza conduce a la santidad, la santidad conduce a la humildad, la humildad conduce al miedo del pecado, el temor al pecado lleva a la santidad, la santidad conduce a la [posesión] del espíritu santo, el Espíritu Santo lleva a la vida eterna. 

lunes, 20 de agosto de 2012

Avodá Zará 19 - Bienaventurado el hombre...

1:1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 1:2 Sino que en la ley de D-s está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. 1:3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará. 1:4 No así los malos, Que son como el tamo que arrebata el viento. 1:5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos. 1:6 Porque D-s conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá.



Así comienza el libro de los salmos. Lo que cite fue el primer capitulo de aquellas alabanzas a D-s que figuran en la última sección del Tanaj, en los Ketubim (escritos). ¿Por qué lo hice? La respuesta es obvia: porqué el Talmud, en la página de hoy, se dedica a descifrar y a interpretar estos versículos. 

Los teatros y los circos romanos. El primer versículo habla de los "bienaventurados" que no anduvieron por malos caminos. Los sabios del Talmud interpretan que esto hace referencia a que esta prohibido ir y participar tanto en los teatros, como en los circos de los romanos. El Talmud considera estas artes como banalidades y como brutalidades. No es aconsejable, en su visión, que un hombre de principios este viendo como sueltan a un león para luchar contra un gladiador. Esas "artes" eran para los sabios talmudicos la puesta en escena de la decadencia humana y de los principios de la idolatría. El reírse y el gozar con la muerte de otro y con el dolor ajeno era aborrecible para los sabios del Talmud. Llamaban a estos centros Moshabei Letzim, asentamientos de payasos (por lo burdo y lo grotesco de sus actos). Si bien regía la prohibición de participar en estos encuentros ciertos sabios permitían ir por dos motivos. El primero era para en caso de votación, en la cual el publico le pudiera salvar la vida al gladiador, un judío debería ir para intentar con su voto salvar una vida humana. El segundo argumento de los sabios es que uno podía ir y observar para luego dar testimonio sobre la muerte de un hombre. Esto serviría en un caso donde se necesite testimonio para dar cuenta que una mujer es una viuda, ya que su marido murió en el circo romano, y que la misma no quede como aguna (anclada), sin posibilidad de volver a casarse por motivo de desconocimiento del paradero de su marido. Bienaventurado el hombre, dice Rabi Shimon ben Pazi, que no concurre a los teatros ni a los circos de los paganos. 


A continuación Jazal continúa desgranando los diversos versículos y da diversas interpretaciones para cada uno. Voy a presentar algunas de las máximas que los sabios deducen de este pasaje:
  • Dichoso el hombre (Ashrei Haish) que desea con ansias los preceptos. Rabi Eleazar dice en relación a este versículo: Los preceptos y no la recompensa de los mismos. 
  • Raba dijo: El hombre debe siempre comenzar estudiando Torá en extensión para luego volver y profundizar en los detalles. 
  • Rabi Inai dijo: Todo aquel que estudie Torá de un solo Rab no verá bendición en todos los días de su vida (debemos aprender de diversos maestros para enriquecernos con la pluralidad de interpretaciones). 
  • Rabi Tanjum bar Janilai dijo: El hombre debe siempre repartir su tiempo de estudio en tres partes: Mikra (estudio de la Biblia), Mishná y Talmud (entendido como el debate y la interpretación de la Mishná).
  • Rabi Aba: Todo estudiante que llega a la posibilidad de ser maestro y decide no enseñar es un despiadado que le impide a otros aprender de su saber. Aparte nos enseña que quien todavía no llegó a ser maestro y enseña es un malvado porque puede confundir en el estudio a muchos otros. 
El hombre y la vida. Se cuenta que Rabi Aleksandri solía gritar por las calles "Maan baei Jaiei? Quien quiere la vida?". Ciertas personas se juntaron y le pideron comprar aquella vida que él ofrecía. Él les contestó los siguientes versículos del libro de los Salmos: 

34:12 ¿Quién es el hombre que desea vida,
Que desea muchos días para ver el bien?

34:13 Guarda tu lengua del mal,
Y tus labios de hablar engaño.
34:14 Apártate del mal, y haz el bien;

Busca la paz, y síguela.

Luego el Talmud comenta estos versículos y aclara que para "ganarse" la vida, no solo hay que alejarse del mal y guardar nuestras lenguas del engaño o la duplicidad sino que debemos hacer el bien. El abstenernos del mal es solo el primer paso hacía la búsqueda del bien; mas la vida se alcanza con una actitud activa, primero debemos alejarnos del mal para luego poder hacer el bien.

viernes, 17 de agosto de 2012

Avodá Zará 18 - Rabi Janina ben Teradion

Rabi Janina ben Teradión es un sabio de la quinta generación de los tanaim (sabios cuyas enseñanzas quedarán registradas en la Mishná). Luego de la revuelta de Bar Kojva (135 d.e.c) Rabi Janina no acató los decretos de los romanos que prohibían la enseñanza de la Torá y la de reunir asambleas. En un momento determinado cuando Rabi Iosi ben Kisma estaba convaleiendo Rabi Janina lo pasó a visitar. El enfermo le dijo: ¿no te das cuenta que los romanos son designados por Ds? (Ya que han destruido nuestro santuario y nos han echado de nuestra tierra y Ds no ha hecho nada) Y siendo así ¿Tu sigues desobedeciendo Sus leyes y te quedas enseñando Torá y reuniendo asambleas?. Rabi Janina respondió: "Desde los cielos tendrán piedad por mí". Enojado Rabi Iosi le contesta: yo te estoy presentando una lógica y razones pero tu me contestas "desde los cielos se apiadarán". Rabi Iosi no podía comprender la fe, o la estupidez, de Rabi Janina. Rabi Iosi le recomendaba abandonar aquellas prácticas para salvar su vida, sin embargo Rabi Janina rechazaba la posibilidad de abandonar a cualquier costo el estudio de Torá. 

Cuando muere Rabi Iosi los grandes representantes del pueblo romano van a rendirle  homenaje al sepelio. Al volver se encuentran con Rabi Janina y lo llevan preso. En cautiverio lo enrollan con la Torá que llevaba sobre su pecho y lo prenden fuego con esponjas y pajas para prolongar el martirio ya que el fuego se consumía más lentamente. Una de sus hijas se acerca a su padre, mientras está siendo martirizado y le pregunta: ¿Qué ves? a lo que él responde: veo como las letras (de la Torá) ascienden a los cielos. Uno de los guardianes romanos le pregunta a Rabi Janina qué pasa si él le quita las esponjas para acelerar la muerte, quiere saber si el también tendrá un lugar (por ese gesto) en el mundo venidero. Rabi Janina le promete que será así, que si acelera su muerte removiendo las esponjas él entrará al Olam Habá. Inmediatamente ambos mueren y sale una Voz Celestial anunciando que ambos tienen un lugar en el mundo venidero. Rabi, cada vez que escuchaba esta historia, afirmaba que hay quienes se ganan la eternidad en un instante (como este guardián romano) y otros que se la ganan durante toda una vida de esfuerzo y rectitud (como Rabi Janina). 

¿Qué opinan de la historia? ¿Al final Ds se apiadó de Rabi Janina o no? Ante situaciones de vida o muerte ¿hasta dónde mantenemos nuestros ideales y prácticas? ¿Qué opinan de la afirmación de Rabi?

Rabi Janina ben Teradión fue uno de los asará orgei maljut, uno de los 10 sabios ajusticiados por los romanos que son recordados cada mañana de Iom Kipur. Rabi Janina tenía dos hijas. Una de ellas fue enviada, tras la muerte de su padre, a trabajar a un prostibulo romano. Su otra hija fue Bruria que se casó con el afamado Rabi Meir. El Talmud en este folio también nos cuenta una historia muy interesante de cómo Rabi Meir saca y salva a la hermana de Bruria de la prostitución. Por la extensión del relato no lo puedo comentar pero los invito a estudiarlo. 

jueves, 16 de agosto de 2012

Avodá Zará 17 - Rabi Eleazar y las prostituas

El Talmud viene hace tiempo insistiendo en que uno debe alejarse de la idolatría, manteniendo lejos la tentación. El día de hoy, el Talmud, nos llama la atención que debemos mantenernos también alejados de la prostitución. Muchas de las prohibiciones medievales de contacto físico entre un hombre y una mujer se derivan del intento desesperado de los sabios de alejar la tentación y la promiscuidad de los hombres y mujeres. Intuían que si los hombres y mujeres no podían darse la mano, abrazarse o darse un beso esto los haría alejarse de la prostitución (entendida en un término muy amplio como las relaciones sexuales no permitidas). 

En este contexto se nos narra la fabulosa historia de Rabi Eleazar ben Dordaia. Este Rab, según dice el Talmud, no dejó de acostarse con ninguna prostituta del mundo. Con todas él se acostaba. Cierta vez escuchó que una prostituta (zoná) cobraba tan solo una moneda por su trabajo. Inmediatamente agarró una moneda y cruzó siete mares (es decir, una barbaridad!) para allegarse a ella. Mientras estaban teniendo relaciones sexuales ella, y fíjense el humor del Talmud, se tira una flatulencia y dice con sabiduría: tal como este aire no volverá al lugar de origen nunca se aceptará el arrepentimiento de Eleazar ben Dordaia. En ese momento Rabi Eleazar se dio cuenta de su error, se arrepintió por haber incurrido reiteradamente en la prostitución. Fue y le pidió misericordia a las montañas pero estas le dijeron que ellas tienen que ocuparse de sus propios asuntos y que "no lo podían ayudar". Hizo lo mismo con los mares y las constelaciones pero siempre recibía la misma respuesta. Finalmente acepta su error y responsabilidad declarando: esto no depende de nadie excepto de mi mismo. En ese momento reposa su cabeza sobre sus manos, comienza a llorar desesperadamente y muere. Al morir sale una voz celestial y dice que Rabi Eleazar está invitado al mundo venidero, dando entender así que su arrepentimiento fue aceptado. Rabi Iehuda Hanasi cada vez que escuchaba esta historia lloraba al decir: hay hombres que se ganan la vida eterna en muchos años de esfuerzo y hay quienes la adquieren en una hora. 

Esta fabulosa historia da mucho para pensar. En primer lugar hay que destacar el humor del Talmud. Este texto sagrado tiene la capacidad a través del humor de enseñarnos los valores más elevados y solemnes. El fin último de esta historia, a mi entender, es que no importa el error que hayamos cometido, siempre podemos volver en teshuvá, arrepentimiento; pero el mismo sólo es aceptado cuando reconocemos, como hizo Rabi Eleazar, en que esto sólo depende de nosotros. Cuando cometemos un error nunca lo subsanaremos sino hasta el momento en que aceptemos y reconozcamos que sólo de nosotros depende el perdón y el arrepentimiento. Lo último que puedo aportar es un reconocimiento al llanto de Rabi Ieuda Hanasi. Hay gente que se gana el cariño, la fama o la vida eterna en muchos años de trabajo, de humildad, de esfuerzo y de bondad pero también existen otros que en un solo instante, por un solo acto reciben el mismo reconocimiento. Cuántas verdades hay en su llanto. 

¿Qué opinión les despierta este maravilloso relato?

Extra: Rab Huna solía decir: "Quién se ocupa sólo del estudio de Torá (y no se ocupa de Gemilut Jasadim, actos de bondad), es como si no tuviera D-s"

miércoles, 15 de agosto de 2012

Avodá Zará 16 - Ventas a los no judíos

Las armas, los osos y los leones. Desde que comenzó el tratado de Avodá Zará, el Talmud está intentando determinar que está permitido y que está prohibido venderle a un no judío (no necesariamente a un idólatra). En un comienzo vimos que estaba prohibido proveerle a los idólatras animales, inciensos o diversos elementos para cometer idolatría. En nuestros folios de hoy el Talmud establece que también está prohibido venderles armas. El motivo que subyace a esta prohibición es mishum nezek leravim - porque representa un peligro para las mayorías. Los sabios talmúdicos, con motivos fundamentados en eventos concretos o quizás por prejuicios propios de una época, comprendían que un judío no podía facilitarle a un potencial enemigo las herramientas que podían llegar a poner en peligro a toda la comunidad. Lo que es interesante es que el Talmud también prohibe, y así queda la halajá, venderle armas (o elementos potencialmente peligrosos) a los ladrones y maleantes judios. El motivo es el mismo que el anterior, mishum nezek lerabim. La Mishná más adelante también prohibirá venderle tanto a los "malvados" judíos como a los no judíos osos, leones o cualquier animal que pueda poner en riesgo al colectivo. 

Los escudos y un caso emblemático. Luego de establecer que no se les puede vender a los no judíos armas el Talmud se pregunta ¿y qué pasa en el caso de los escudos? Con los escudos uno, por lo general, se protege. Esto plantea varios problemas. El primero es que si lo van a usar de protección en una guerra contra los judíos es como si un judío los estuviera ayudando de alguna manera. Es cierto que no le vende el arma con la que mata a otros judíos pero le vende el resguardo con el cual ellos se protegen de los ataques de un ejercito judío. Si esto es así, y por ese motivo prohibimos su venta, tendríamos que también prohibir la venta incluso de los alimentos más básicos, ya que llegado el caso de una guerra un judío le estaría suministrando elementos para su subsistencia que le permitiría seguir luchando, y eventualmente matando o dañando a otros judíos. Los sabios siguen dándole vuelta al problema y algunos sostienen que no se les puede vender por la suposición que ellos tienen de que si se quedan sin armas los no judíos usarían sus escudos como un arma; mas otros sabios intuyen que si los enemigos se quedan sin armas no luchan con sus escudos sino que escapan. Finalmente el Talmud resuelve a favor de esta última suposición ergo permite la venta de escudos a los no judíos. Este es un mero ejemplo de la complejidad del pensamiento talmúdico. Nada es tan sencillo como parece.

A los persas sí. Para finalizar, acotamos que el Talmud dice que a los persas sí se les puede vender armas ya que ellos luchan contra los romanos (enemigos de Israel). Los codificadores posteriores al Talmud identifican aquí el siguiente principio: un judío puede vender armas a un Estado o a cierto sector que en su batalla también protejera la vida de los judíos. Lo que le cuestionaría al Talmud es que la diáspora se extiende por toda la tierra por lo cual en cada país del mundo, virtualmente, hay judíos; y de venderle armas a un Estado este puede atacar a otro y en su ataque matar a judíos residentes en ese país (por supuesto que hoy día no podemos hacen ningún tipo de distinción entre la muerte de un judío o un no judío, mas mi cuestionamiento es a la lógica propia del Talmud). 

martes, 14 de agosto de 2012

Avodá Zará 15 - Las suposiciones sobre los Goyim

Quienes estudiamos Talmud debemos reconocer algo: la gran mayoría de los pasajes talmúdicos en relación a los no judíos no son muy "goi-friendly". Al parecer, los sabios del Talmud cuando hablaban de un idólatra hablaban de un salvaje, de un ser humano sin códigos morales y sin cultura. El tratado de Avodá Zará que estamos estudiando es una muestra de la dureza y crueldad, seguramente desmedida (a conciencia), con la que los sabios hablan del mundo no judío. En esta oportunidad, una Mishná comenta que en los lugares que se acostumbra a vender un animal de "trabajo" para los no judíos se lo puede vender, mientras que en los lugares que se acostumbra a no venderles este tipo de animales no se debe hacerlo. 

Los animales y Shabat. Lo primero que debemos resaltar aquí, en contraposición a una mirada dogmática y monolítica de la tradición judía, es que las fuentes del derecho judío establecen la diversidad de prácticas entre una región y otra. Hay leyes (halajot) y costumbres (minaguim), nunca debemos confundir las unas por las otras. Lo segundo que debemos resaltar es el taam (el por qué) de la prohibición. El Talmud presenta dos opciones: La primera es por Shvitat Behemot. Tal como un judío debe descansar en Shabat también deben hacerlo sus animales; y si uno le presta o le alquila a un no judío un animal podría hacer uso del mismo durante Shabat y uno estaría así trasgrediendo uno de los 10 mandamientos que nos ordena a descansar tanto uno como sus empleados y animales. 

Animales y hoteles. La segunda opción del por qué de la prohibición es, según los sabios, que los no judíos están sospechados de tener relaciones sexuales con sus animales. Esta horrible y casi con seguridad desproporcionada suposición da cuenta de como los sabios entendían al idólatra. Ellos creían que ser idólatra era sinónimo de barbarismo y bestialidad. Uno, en este sentido, no podía venderle un animal porque de ser así uno estaría poniéndole un obstáculo delante de un ciego ya que si ellos estaban, según la optica de los sabios, acostumbrados a acostarse con sus animales uno, como judío, uno no puede ayudarlo (vendiéndole un animal) a llevar a cabo esta transgresión. 

Las suposiciones. Siempre nos hacemos una idea del "otro". Los sabios tenían, a nuestros ojos, una mirada horrible, desagradable y errada (casi con seguridad) de sus vecinos. El Talmud continúa diciendo que tampoco un judío puede reunirse en una habitación a puertas cerradas con un no judío por la sospecha de que este querría matarlo o violarlo. Tampoco uno, según los sabios, podría mandar a sus hijos a un maestro no judío porque este pervertiría sus valores y lo encaminaría en la idolatría. Si esto fue cierto o no hace 1700 años no lo sé, es más, lo dudo mucho; mas de lo que puedo estar seguro es de que estas suposiciones y sospechas no son válidas en nuestros días. El no judío que convive en nuestras ciudades, que son nuestros amigos, familiares, maestros o comapñeros de trabajo no son nada parecido a como el Talmud describe a los "goyim" de su época. Por este motivo todo texto hay que leerlo teniendo en cuenta su contexto y su pretexto. El pretexto de los sabios talmúdicos era buscar una separación profunda entre los judíos y los no judíos. Su contexto eran tiempos de persecusiones y de gran desason para el pueblo judío. Hoy día tanto nuestros contextos como nuestros pretextos han cambiado, ergo la lectura de nuestros textos tiene que cambiar también. No podemos extrapolar suposiciones de hace 1900 años y aplicarlas a nuestros días. Al estudiar el tratado de Avodá Zará tenemos la obligación como judíos de repensar nuestra relación con el mundo no judío.

La mirada que tenemos sobre el otro dice mucho de cómo nos vemos a nosotros mismos. Si vemos en el otro sólo errores y perversiones seguramente entendamos que de nuestro lado sólo existen virtudes y buenos atributos. Como judíos de la posmodernidad debemos dejar de vernos a nosotros mismos y a nuestra cultura como imagen misma de la perfección y la superioridad sobre la tierra, a la par que debemos dejar de entender al "otro", al no judío, como un antisemita o un ser humano de menor inteligencia o moral. Debemos vernos a nosotros y a los "otros" con una mirada critica y reflexiva, señalando las virtudes y los errores, de los unos y los otros. Debemos reeducar nuestra mirada. 

viernes, 10 de agosto de 2012

Avodá Zará 14 - Prohibiciones de venta

La pregunta que guía nuestro estudio del día de hoy aparece en la Mishná misma ¿Qué se puede venderle a un idólatra y qué no? Más allá que exista una prohibición particular de que cierto tiempo antes de las festividades paganas un judío no pueda tener ningún tipo de relación comercial con un pagano el Talmud ahora desarrollará que siempre le está prohibido a un judío, sin importar tiempo y lugar, venderle a un idólatra. El concepto para esta prohibición es doble: En primer lugar no podemos ayudar a otros a que hagan algo prohibido y por otro lado la prohibición rabínica que delante de un ciego (en este caso un idólatra) uno no puede ponerle un obstáculo (en este caso un articulo para uso idolátrico). La Mishná y el Talmud hablan de ciertos elementos que están prohibidos y todos estos tienen en común que su uso es principalmente para las fiestas paganas, tanto para los sacrificios como para las libaciones o para los inciensos. Por ejemplo, está prohibido venderle a un pagano inciensos, tallos o frutas (que se usen para idolatría) o incluso gallos blancos. El Talmud especifica lo de gallos blancos porque al parecer ciertos idólatras en sus tiempos utilizaban este animal particular para ofrecer sacrificios a una deidad relacionada con la curación de enfermos. No obstante, si al gallo blanco le falta cierto miembro se lo puede vender sin problemas ya que tanto los judíos como los no judíos en la antiguedad no ofrecían sacrificios de animales "defectuosos". 

Staman vs. Peirushan. La Mishná, y luego el Talmud, harán una salvedad a estas prohibiciones. Si un no judío viene a una tienda manejada por un judío y pidiéndole que le venda cierto objeto, sin decirle para qué lo va a utilizar, el judío se lo puede vender. Esto se denomina en el lenguaje halájico "Stam". En hebreo moderno cuando utilizamos la palabra stam nos referimos a algo sin especificidad, sin demasiada explicación. Por el contrario, si un no judío quiere comprarle a un judío cierto objeto y le especifica que lo usará con fines idolátricos, le está prohibido venderlo. Esto se denomina "peirush", cuando decimos algo con una explicación, afirmando para qué queremos tal o cuál objeto. 

De 400 a 5. El Sabio Rab Jisda nos dice algo más que interesante. Haciendo uso del midrash y de la imaginación nos advierte que en los tiempos del patriarca Abraham el tratado de Avodá Zará tenía 400 capítulos mas el de los sabios de la Mishná (el que nosotros estudiamos) tiene tan solo 5. En casi 2000 años el número de capítulos de este tratado disminuyó en 395. Los comentaristas del Talmud advierten que aquí hay un indicio de que en cada generación que pasa hay una disminución de las prácticas idólatras. En los tiempos de Abraham debían haber muchos más capítulos ya que las prohibiciones debían ser mayores y más detalladas. Si hoy día se escribiera la Mishná de Avodá Zará nuevamente, con la casi nulidad de prácticas paganas de nuestros días, ¿cuántos capítulos debiera tener el tratado entonces?

miércoles, 8 de agosto de 2012

Avodá Zará 13 - Las impurezas y los sacerdotes

Y no se pegará a tu mano nada del anatema (Devarim 13:17). Desde la Torá existe una prohibición de tener disfrute o goce de un producto que tenga relación con la idolatría. Todas las frutas, animales, superficies, vinos, entre otros, que sean usados con fines idólatras están impuros y según la tradición judía deben ser considerados abominables y como enseña el Rambam (Hiljot Avoda Zará 7:2) nada abominable debe entrar en nuestros hogares. 

En este contexto sobre impurezas y objetos abominables el Talmud nos llama la atención sobre el Cohen, el sacerdote. Este hombre, por su rol social y religioso, no podía impurificarse. Son muchas las prohibiciones que determina la Torá y las fuentes rabínicas posteriores en torno a todas las restricciones que debía imponerse a sí mismo un Cohén para no impurificarse. Las impurezas, provienen principalmente, de dos cuestiones: de la idolatría (y sus objetos) y de la muerte. El Cohén, encargado de realizar los sacrificios, debía mantenerse alejado tanto de los cadáveres como de los lugares donde se practicaba la idolatría. Por este motivo, el Talmud presenta la siguiente declaración legal: el Cohén se impurifica tanto saliendo de la tierra de Israel como entrando a un Beit HaKevarot (cementerio). Los sacerdotes no podían salir de la tierra de Israel ya que de acuerdo a la concepción bíblica, todo lo que está afuera de la tierra "consagrada" es impuro e idólatra. Tampoco un sacerdote, o un descendiente de los mismos (portanto también Cohen), costumbre que se sostiene hasta nuestros días, puede entrar a un cementerio (excepto por alguno de sus siete familiares cercanos). 

Los motivos para impurificarse. En ciertas ocasiones los sabios le permiten a un sacerdote "impurificarse" saliendo de la tierra prometida. Siempre y cuando lo haga para un Dvar Mitzva, por un precepto, el Cohén puede salir de la tierra prometida. Los ejemplos que da el Talmud son si desea casarse con una mujer o desea estudiar Torá, dos mandamientos medulares de la tradición judía, y para hacerlo necesita salir de Israel, puede hacerlo. Hay veces que la fuerza del mandamiento es más poderosa que su prohibición. La santidad y la pureza que debe mantener el sacerdote, muchas veces es aplazada por algo más elevado que es el cumplimiento de un precepto. Es más, en otra sección del Talmud se declara que si un sacerdote encuentra a un muerto y no hay nadie para enterrarlo este se convierte en un Met Mitzva (un difunto-precepto), por lo que el Cohén está obligado a enterrarlo, impurificándose en el mismo acto. 

El respeto por los animales. El Talmud, en este Daf, en una discusión compleja trae a colación un principio rabínico central (que es detallado in extensu en Shabat 128) cuyo nombre es: Tzaar Balei Jaim, el sufrimiento de los seres con vida. Muchas veces el Talmud prohíbe ciertas cuestiones regulando el trato del ser humano a los animales para evitar que estos sufran. Se detalla en otros pasajes talmúdicos como algunos yugos estaban prohibidos ya que le hacían daño a los animales de carga. Está prohibido hacer sufrir a un animal innecesariamente. 

lunes, 6 de agosto de 2012

Avodá Zará 12 - Marit Hayin

Ya hemos estudiados, si vinieron siguiendo los post hasta la fecha, que ciertos días antes de las fiestas de los idólatras a los judíos les está prohibido comerciar con ellos. A esa cuestión temporal, el Talmud le adicionará ahora la cuestión geográfica. ¿Dónde exactamente no puedo comerciar con los idólatras? En este caso la respuesta de la Guemará es más simple de lo que parece, si en una ciudad específica (recordemos que en la antiguedad cuando hablamos de ciudades, y no de pueblos, hablamos de lugares amurallados) se realizan fiestas idólatras que involucran sacrificios a dioses paganos y libaciones rituales le está prohibido a un judío comerciar allí con ellos. Sin embargo, en el campo - fuera de la ciudad - aunque sea un día antes de la festividad los judíos podrían comerciar con ellos. Lo mismo a la inversa. Si las fiestas se realizan en el campo le está prohibido a un judío comerciar allí con ellos pero no dentro de las murallas que circundan la ciudad. 


Los caminos y la idolatría: La Mishná y luego la Guemará seguirán enfatizando en torno a los caminos. Si hay una cierta ruta que lleva solamente hacia una ciudad que está celebrando una fiesta pagana le está prohibido a un judío transitar por ella porque parecería que está yendo hacia allí. No obstante, si la ruta tiene varias "desembocaduras" o sea, lleva a diversas ciudades y pueblos, un judío puede transitar por ella los días previos a las fiestas paganas ya que él puede estar yendo a otro lugar. En este contexto, se nos dice que si un judío está yendo por una ruta en los tiempos de una fiesta pagana si se pincha el pie con un "pinche" pero en frente de él hay una estatua pagana no debe "arrodillarse" para sacarse allí el pinche porque parecería que está reverenciando a aquella estatua. Lo mismo ocurre si se te caen monedas frente a una estatua o un ídolo pagano, allí uno no debe arrodillarse para buscar las monedas porque también daría la apariencia que uno está rindiendo culto a una deidad pagana. 

Marit Hayin: El Talmud cuando presenta estos dos ejemplos, y otros más, en torno a situaciones en las cuales uno debe agacharse ante un ídolo pagano pero no para rendirle culto sino para hacer otra cosa, dice que a uno le está prohibido hacer esto a menos que "no parezca o no se vea". En este sentido los sabios van a discutir qué se entiende por esta idea. Algunos dirán que tiene que ver con el conocido concepto talmúdico de Marit Hayin, aquellas cosas que en primera instancia estarían permitidas pero que los sabios las prohíben por miedo a que un judío me vea a mi realizando cierta acción y crea que eso está permitido. Como ejemplo, el caso de la persona que se agacha para buscar monedas y hay un judío cerca viendo la escena y puede entender que la persona se agachó para reverenciar al ídolo, y este judío va a entender que reverenciar ídolos estaría permitido. El ejemplo más paradigmatico de Marit Hayin es la prohibición de comer pollo con leche. Según la Torá, estaría permitido ingerir estos dos alimentos juntos pero como el pollo se puede "parecer" a la carne roja, algún judío puede verme comiendo una milanesa de pollo a la napolitana y suponer que es de carne y sostener que se permite comer carne roja con leche. 

No obstante Rab opinaba que esto no tenía sentido ya que los sabios cuando decretaron Marit Hayin lo hicieron también para los casos en que no haya judíos presentes viendo a uno realizar cierta acción. Por ejemplo los sabios no prohíben comer pollo con leche en la situación que otro judío, en un restaurante, por ejemplo, me vea comiendo sino que lo prohíben incluso si uno lo hace en la intimidad de su hogar. Sin embargo, ciertos Geonim, sabios posteriores a la época talmúdica, discuten esta opinión de Rab y dicen que en ciertos casos se puede hacer la diferenciación entre las situaciones en las que uno está expuesto a que otros lo vean y en las cuales uno lo hace en la privacidad absoluta. Para terminar, los sabios determinan que cuando hablaban de que "no se parezca o no se vea", se referían a que "no se parezca". Uno puede agacharse a buscar monedas delante de un ídolo pagano siempre y cuando se asegure que no parezca que se esta prosternando ante él.

domingo, 5 de agosto de 2012

Avodá Zará 11 - Onkelos bar Kalonimos

En el último post, el Talmud narró la historia del converso Ketia bar Shalom. Siguiendo esta misma lógica el mismo Talmud nos presenta, en este folio, la historia de quien fue quizás el converso romano más famoso de todos: Onkelos bar Kalonimos. Al parecer, este hombre era el sobrino de el emperador Tito. En momentos de grandes conflictos entre el imperio romano y el pueblo judío, Onkelos decide convertirse al judaísmo. Kalonimos, etimologicamente, proviene del latín y significa "el que tiene un buen nombre". Sin dudas, para la historia del pueblo judío Onkelos tuvo un gran nombre ya que hasta nuestros días su traducción del texto bíblico al árameo es la traducción "oficial". Los sabios judíos de todas las generaciones consideran que su traducción de la Torá es la mejor y la más autentica de todas las que se hicieron. Se la conoce como el Targum Onkelos. Para terminar esta biografía, el Talmud nos cuenta que Onkelos cuando decide convertirse es perseguido por un batallón del imperio romano para apresarlo mas él los convence de las "verdades" del judaísmo y ellos también deciden convertirse. Lo mismo pasa, según este relato tendencioso, con otros dos batallones. 

El tema central de nuestro Daf (página) es si la quema de los objetos de los reyes muertos es una actitud idólatria o una práctica de los Emorim (ergo una práctica aborrecible desde la perspectiva judía) . En la antigüedad, cuando un rey moría sus pertenencias eran quemadas para que ningún otro hombre las utilice jamás. Ciertos sabios veían en esta practica un destello de idolatría mas otros decían que era una costumbre también al interior del pueblo judío. Incluso, agrega el Talmud, era costumbre también dentro del pueblo judío, para honrar a los grandes jefes (nesiim) del pueblo quemar sus pertenencias, como lo hacían con las de los reyes, cuando ellos morían. 

Otro tema. El sabio Shmuel decía que los tres días previos a las fiestas paganas en las cuales a los judíos les está prohibido comerciar con ellos, sólo tiene vigencia, en cuanto a ley, en la tierra de Israel, fuera de la tierra prometida, donde los judíos viven como minoría, con mayorías (en aquellos tiempos) de idólatras sería imposible mantener a la comunidad judía sin tener relaciones comerciales con los no judíos por tres días a la semana. Por este motivo Shmuel dice que fuera de Israel sólo está prohibido comerciar con los idólatras el día mismo de su festividad y no los días previos.

jueves, 2 de agosto de 2012

Avodá Zará 10 - Iom Geinusia ¿qué qué?

La Mishná fue compilada en el año 220 d.e.c por Rabi Iehuda Hanasí. Inmediatamente después de su compilación se inicia el periodo talmúdico con siete generaciones de sabios que se extienden hasta el año 500 o más. Casi trecientos años de diferencia separan el cierre de la Mishná y el cierre del Talmud. Muchas veces, los sabios talmúdicos, por vivir quizás lejos de Israel, por un problema idiomático o quizás por desconocimiento de causa, no tienen la más mínima idea de que refiere la Mishná en algunos pasajes. Esto ocurre mayormente cuando la Mishná hace referencia a un detalle particular con una palabra poco frecuente.

En esto caso, cuando la Mishná hace algunos folios describía las diversas fiestas de los romanos, en las cuales estaba prohibido tener relaciones comerciales con ellos, hace referencia a Iom Geinusia. Los amoraim (sabios del Talmud) se pasan un buen rato discutiendo a qué se refiere esta festividad. Al final, terminan acordando que seguramente sea el día en el cual, a través de sacrificios y fiestas, festejaban el ascenso de un nuevo rey al trono del imperio. En definitiva, podemos decir, todo intento de interpretar el pasado, sus prácticas y su vocabulario, es un ejercicio de conjeturas. Un juego de prueba y error que los sabios se lo toman muy en serio. Siempre hablamos desde algún presente y todo pasado es un misterio que buscamos descubrir. 

Ketia bar Shalom. El Talmud, a lo largo de toda nuestra hoja cuenta una serie de Midrashim y relatos entre el pueblo judío, o alguno de sus sabios, y el imperio romano. En un momento se nombra a un tal Ketia bar Shalom, que traducido al español sería algo así como "el cortado hijo de la paz". Claramente este nombre hace alusión al hecho que ahora habré de narrar:

Antes de contar la historia de este hombre cito a Steinzaltz que dice que su nombre en realidad era Flavius Clemens que era o bien un Ger Tzedek, un justo que convivía y aceptaba las prácticas de los judíos, o bien un romano que se término convirtiendo al judaísmo. Al parecer, este Ketia bar Shalom logró en un momento determinado salvarle la vida al pueblo judío. Un grupo de personas le sugirió al emperador romano exterminar a todos los judíos del Imperio ya que ellos decían que los judíos eran como un miembro infectado y que para salvar la vida de todo el cuerpo (o sea, el imperio) había que sacrificar, cortar, la parte infectada (o sea, a los judíos). 

En ese momento Ketia bar Shalom se presenta ante el emperador y le dice que no debe seguir ese consejo por dos motivos: Primero, trayendo un versículo del Tanaj como apoyo, dice que los judíos son como el viento, y tal como el mundo no puede vivir sin viento, un imperio no puede vivir sin los judíos (un poco apologético y chauvinista el comentario, no?). El segundo argumento (dando origen a su nombre) es que si el cortaba (eliminaba) a los judíos de su imperio lo llamarían a él y al imperio romano "los cortados", ya que los demás reinos tendrían judíos en su interior y ellos no. Así nos cuenta el Talmud que Ketia bar Shalom le salva la vida a los judíos del imperio romano. 

En relación a esta historia Rabí Akiva, en medio de llanto, decía: hay gente que se gana la vida eterna en un instante y hay gente que se la gana en muchos años de trabajo. Ya que a Ketia bar Shalom, al hacer este acto de justicia y al salvar a los judíos de una muerte segura, le es anunciado que él tiene un lugar en el mundo venidero. Hay actos que hacemos que marcan nuestra vida en un instante y hay actos que hacemos en el día a día que cambian nuestra vida para siempre. 

miércoles, 1 de agosto de 2012

Avodá Zará 9 - Los años del mundo

El mundo no es eterno, nos dice la tradición judía. Tiene un inicio, con la creación divina de Bereshit, y tiene un fin. El mundo dura según un sabio de la escuela de Eliahu: 6000 años. Estos 6000 años, según Rashí, al comentar esta sección del Talmud, están en relación con cada uno de los días de las semana. Cada día son mil años, y el último milenio será el Shabat de la tierra. Al final de los días (Ajarit Haiamim) el mundo, tal como lo conocemos será destruido en su totalidad. D-s, según el relato mitológico, descansará un día (que son mil años para el ser humano) y luego creará un nuevo mundo que durará otros 6000 años, y así sucesivamente. 

Al parecer esta era una imagen muy extendida en el mundo antiguo. El mundo tiene un origen y un final. Lo que es interesante es que los sabios judíos advierten que estos 6000 años están divididos en tercios. El primer tercio son los años del Tou Vavou, del caos, de una sociedad sin ley, sin Torá. Según el Talmud estos dos mil años se extienden desde la creación hasta la época de Abraham. Luego vendrán otros 2000 años de Torá, donde según los sabios talmúdicos, el mundo vivió bajó la Ley de la palabra Divina (los grandes reinados de David y Salomon, o la época de los grandes Templos); años de prosperidad. Los últimos 2000 años, los que curiosamente les toca vivir a los sabios, son los tiempos del Mashiaj (iemot Hamashiaj). El mesías puede venir en cualquier momento de estos 2000 años, al comienzo (la época misma de los sabios de la Mishná) o al final. Tengamos en cuenta que ahora estamos en el año 5772 desde la creación del mundo, muy cerca del año 6000. 

Esta idea de los tiempos mesiánicos trae por un lado confort y por el otro lado angustias. Ya que en primer lugar se sabe que en los tiempos que anteceden a la llegada del Mashiaj, el mundo será un caos, con mucho dolor y sufrimiento mas finalmente llegará la redención tan deseada. Este segundo punto sirve como elemento esperanzador (como en tiempos de los sabios de la Mishná) donde el pueblo judío estaba siendo asesinado por los romanos, perseguido y expulsado de su tierra. Las ideas mesiánicas toman más fuerzas en momentos de dolor y persecución.

Una aclaración. Estas son sólo metáforas. Quien entiende esto en su sentido literal es, como diría Maimónides, un corte en entendimiento. El mundo, dicen los científicos tiene más de 14 billones de años. Lo aclaro porque hay mucho fanático-ignorante dando vueltas por ahí. Los sabios juegan con los tiempos y lo que cada uno de ellos implica. Debemos buscar en las metáforas y en los relatos míticos de los sabios un significado profundo. Y debemos evaluarlos siempre con un toque de ironía.