sábado, 30 de marzo de 2013

Kidushin 36 - Las mujeres y los sacrificios

Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Adonai, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda (Vaikra 1:2)

Nuestro lenguaje es machista aunque no nos percatemos. Cuando hablamos de "los hombres" muchas veces nos estamos refiriendo a la humanidad toda y no al género masculino. En la Torá ocurre lo mismo, en innumerable cantidad de situaciones se menciona que Moshé o Dios le anuncian algo a "los hijos de Israel" (Bnei Israel). Ante esta situación compleja los sabios del Talmud se detienen e intentan identificar si tal o cual precepto le corresponde a todos los judíos, ya que "hijos de Israel" podría ser homologado a los Bnei Adam (a los hijos de Adam, o sea toda la humanidad sin distinción de género), o bien podría ser pensado como los hombres judíos. Bnei Israel puede tener ambas acepciones y seguramente desde su sentido literal e historico como muchos exegetas y academicos afirman el llamado a los Bnei Israel debía también incluir a las mujeres y simplemente era utilizado como nosotros en español utilizamos la frase "los hombres que habitan la tierra", por ejemplo, para hacer referencia a todos los seres humanos. Sin embargo los rabinos infieren que en muchos casos cuando se habla de los "hijos de Israel" solo se habla de los varones libres y mayores. Estos son los que podían realizar los sacrificios, y no las mujeres. Esto es lo que nuestra Mishná y su subisiguiente Guemará nos enseñan hoy. Son los hombres los que pueden ofrecer un sacrificio, apoyar sus manos sobre estos para ofrendarlos o realizar todas las tareas que tengan relación con el Templo de Jerusalém. Las mujeres quedaban excluidas. Los unicos dos sacrificios que podían realizar las mujeres eran los que debían hacer si decidían convertirse en nazarenas (Minjat Nezira) o si se las acusaba de ser mujeres adulteras (Minjat Sotá). De todos los demás sacrificios quedaban excluidas. 

jueves, 28 de marzo de 2013

Kiudshin 35 - Los preceptos negativos

Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres prevarican contra Adonai y delinquen, aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta parte, y lo dará a aquel contra quien pecó. (Bemidbar 5:6-7)

Cuando el Talmud tiene problemas para definir una idea, para encontrar una razón lógica o no encuentra un fundamento en las escrituras para probar un punto, se extiende en demasía con innumerable cantidad de ejemplos y discusiones sobre el mismo tema. Esto ocurre, por ejemplo como vimos en el último capitulo del tratado de Sanhedrín, cuando los rabinos quieren probar que existe la concepción de resurrección de los muertos en la Torá. Hoy en día todos los academicos concluyen que no hay prueba alguna de que existía la idea de resurrección de los muertos en la tradición judía hasta el siglo II a.e.c; los rabinos al parecer también eran concientes de esto por lo cual necesitaron de mucha tinta y mucha (demasiada) imaginación para probar que la Torá daba cuentas de esta creencia. 

Lo mismo ocurre en nuestros casos para definir el rol de la mujer dentro del sistema halajico judío. Los rabinos consideraban, y esta era la primer suposición, que las mujeres no debían tener el mismo rol que los hombres en el cumplimiento de los preceptos. Por este motivo se pasan hojas y hojas tratando de definir dónde hay una prueba en la Torá que de cuenta de esta diferencia. Casi no encuentran, y las que encuentran están, como dirá la Mishná en otra parte, "tiradas de los pelos". No hay argumentos lógicos o interpretativos consensuados para definir la diferencia entre los hombres y las mujeres en torno a la halajá.

En nuestros folios del día se nos enseña que todos los preceptos negativos, ya sea que están supeditados a un tiempo determinado o no, deben ser observados tanto por los hombres como por las mujeres. Basándose en aquel versículo de Bemidbar que citamos al comienzo, establecen que todos los preceptos que comandan a restringirse de realizar cierta acción (no matarás, no mezclaras el cabrito con la leche de su madre, no cometerás adulterio, etc.) tanto los hombres como las mujeres están obligados a cumplir.

Las excepciones. La Mishná prevee que existen tres excepciones a esta regla general por ser tres preceptos que sólo los hombres -por su rol y sus "cuerpos"- deben cumplir. La primera de las excepciones es que los hijos de los sacerdotes (los hijos y no las hijas) no deben impurificarse tocando a un muerto ya que de ser así no podrán hacer los sacrificios en el Beit Hamikdash. Las otras dos excepciones se desprenden del siguiente versículo: "No haréis tonsura en vuestras cabezas, ni dañaréis la punta de vuestra barba." (Vaikrá 19:27). Aquí se hayan dos prohibiciones que hasta nuestros días los hombres judíos (me incluyo) cumplimos.

La primera es no pelar nuestras cabezas al 100%, no podemos rasurar nuestras cabezas, es decir no podemos "pelarnos" de raíz. Por otro lado está la prohibición de afeitarnos del todo, si bien podemos cortarnos las barbas (aunque el Arizal y otros cabalistas dicen que no se puede), lo que no podemos hacer es arrancarnos la barba de raíz. Estas dos prohibiciones, sólo están subscritas a los hombres ya que la lógica nos indica que las mujeres no tienen barba (por lo general, sin embargo el Talmud señala que si a una mujer le crece la barba puede recortarsela al ras). Las razones para estas prohibiciones es que al parecer los antiguos sacerdotes paganos tenían la cabeza "circular" por estar pelados, por lo cual para diferenciar a los judíos la tradición de Israel prohíbe este corte de cabello. Lo de no rasurar las barbas proviene, aparentemente, de que en la cara y en el cuello, específicamente  hay varias partes sensibles que si uno no es cuidadoso puede desangrarse o lastimarse; por ese motivo permiten las autoridades rabínicas cortarnos la barba con las maquinas que son como rastrillos (que no quitan de raíz) o con tijeras pero no con Gillete o cualquier otro instrumento que quite de raíz los pelos. 

miércoles, 27 de marzo de 2013

Kidushin 34 - Las mujeres y los preceptos

La tradición rabínica siempre ha marcado diferencia entre los hombres y las mujeres. El prototipo ideal del cumplimiento de los preceptos siempre ha sido un hombre judío libre mayor de 13 años. Todos los demás, los no judíos, los esclavos, los menores de edad, y en este caso las mujeres, muchas veces han sido exceptuados, o en algunos casos prohibidos, de cumplir tal o cual precepto.

Según el Talmud las mujeres están exceptuadas (pero, recuerden siempre, no se les prohibe! se las exceptua) de cumplir ciertos mandamientos. En este caso se trata de todos aquellos mandamientos positivos que tienen un tiempo fijo. El Talmud da algunos ejemplos de esto.

La Sucá, las mujeres están exceptuadas de comer y de dormir durante siete días en la Sucá ya que es un mandamiento que tiene un tiempo determinado. El lulav, las mujeres también están exceptuadas de agitar el lulav ya que es un mandamiento que sólo se realiza durante el día. Lo mismo ocurre con el Shofar en Rosh Hashana y con los Tzitzit, ya que es una mitzva usarlos únicamente durante el día y no la noche, al igual que los Tefilin. 

Todos los arriba mencionados son ejemplos de preceptos fijados en un tiempo determinado. El porqué, algunos sugieren, detrás de que las mujeres estén exceptuadas de estos preceptos es que ellas debían estar ocupadas atendiendo las necesidades del hogar, de su esposo y de sus hijos. El rol que le asignan los rabinos medievales a las mujeres, lamentablemente y algo que debe ser cambiado, es un rol meramente funcional. Las mujeres judías piadosas no eran las que cumplían los preceptos sino las que posibilitaban que sus hijos y esposos puedan hacerlo. 

Las mujeres, por el contrario, sí están obligadas a cumplir los mandamientos que no están sujetos a un tiempo determinado. Algunos ejemplos de esto son: colocar la mezuza, poner la mezuza en una casa no está sujeto a un día o a algún horario en particular por lo cual la mujer puede en algún momento hacerse el tiempo para cumplir este precepto. Lo mismo ocurre con el maaké (el mandamiento de poner una reja en el balcón o en el techo de nuestros hogares para que nadie se caiga y muera), o el mandamiento de Aveidá, el de devolver los objetos perdidos. 

Las generalidades sin embargo no son muy útiles y por este motivo Rabi Iojanan dice que no debemos aprender cuestiones especificas de las generalidades. ¿Por qué? Porqué los sabios llaman la atención de que hay otros tantos mandamientos sujetos a un tiempo determinado que las mujeres sí están obligadas a cumplir y otros cuantos mandamientos no sujetos a un tiempo especifico donde las mujeres no están obligadas a cumplir. Ejemplos de lo primero son: comer Matza en el seder de Pesaj, alegrarse en las festividades y participar de la festividad de Hakel (la lectura pública de la Torá que se realiza cada siete años). Todos estos mandamientos estan sujetos a un tiempo especifico mas las mujeres están obligadas a cumplirlos. Estudiar Torá y procrear (Pría Urbía), sin embargo, son mandamientos que no están sujetos a un tiempo especifico mas las mujeres están exceptuadas de cumplirlos. Los motivos de estas incongruencias siguen alterando a los académicos y estudiosos hasta nuestros días. 

lunes, 25 de marzo de 2013

Kidushin 33 - Honrar a los sabios

Ya hemos estudiado (en los dos últimos post) sobre cómo y porqué se debe honrar a los padres y a los ancianos; en esta oportunidad el Talmud va a continuar enseñándonos como se debe honrar a los sabios. Cuando uno está sentado y un sabio pasa cerca (a menos de cuatro codos de distancia) uno debiera pararse apenas mostrando una señal de reverencia y no volver a sentarse hasta que el sabio se haya alejado. Esto es, explican los sabios, si se trata de cualquier sabio mas si se trata del Rab Mubak, aquel sabio que le confirió a uno la mayor parte del conocimiento que provee, uno debe levantarse no cuando pasa cerca de uno sino en cualquier momento que sus ojos puedan llegar a atisbarlo, si uno puede verlo pues debe levantarse mostrando respeto. Excepto, y aclaran, como siempre aclaran, que uno no debe levantarse si uno está en el baño, si uno se encuentra en aquel lugar y pasa un sabio cerca, el Talmud advierte que no es necesario que nos levantemos (las razones son obvias...). 

Jesron Kis. Un punto muy importante que remarca el Talmud es que uno no debe "perder dinero", o dejar de producirlo, para honrar a un sabio. Por ejemplo un artesano que trabaja en la plaza del pueblo no debe pararse cada vez que ve pasar a un sabio ya que si esto fuera así este perdería una gran cantidad de dinero por día porque al levantarse deja de eleaborar sus artesanías y sus ingresos dependen de su productividad. 

No molestar. Los sabios, sugiere el texto, deben evitar molestar a la gente con su "presencia". Es decir, deben evitar caminar por donde la gente se encuentra sentada haciendo sus labores o estudiando ya que si estos hombres desearan ser meticulosos y cada vez que pasa un sabio pararse de sus lugares esto les generaría una gran molestia. 

Los sabios gentiles también. El Talmud nos enseña que también es un precepto pararse y honrar a los sabios de las naciones. No solo a los sabios judíos hay que honrar sino también a cualquier sabio de cualquier nación o religión es un deber honrarlo ya que la sabiduría no es patrimonio exclusivo de Israel. En otra parte el Talmud sugiere que si bien no hay Torá en los demás pueblos en todas las naciones hay sabiduría. El conocimiento, como dicen algunos, no distingue credos o pueblos. 

Dos veces al día. Sólo en dos oportunidades al día uno puede pararse para honrar a un sabio ya que tres veces al día (en Shajarit, Minja y Arvit) nos ponemos de pie en la Amida para honrar a Dios y no sería correcto honrar a un hombre -por más sabio que fuera- más que a Dios. 

La Torá. El Talmud se pregunta ¿Cómo sabemos que debemos honrar y ponernos de pie cuando vemos a una Torá pasar? La respuesta que da Rabi Eleazar es fabulosa. Él sugiere que la respuesta es deductiva. Si nos ponemos de pie para honrar a los estudiantes (de la Torá), o sea los sabios, cómo no vamos a ponernos de pie para honrar a la Torá misma! ¿Lógico, no?

sábado, 23 de marzo de 2013

Kidushin 32 - Honrar a los ancianos

Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo soy Adonai. (Vaikra 19:32)

Tal como la Torá enseña que hay que honrar a los padres así también enseña que hay que honrar a los ancianos (la base para este precepto es el versículo que citamos al comienzo del Post). La Torá nos comanda a "levantarnos" cuando vemos a una persona mayor, por un lado, es decir cumplir esa vieja costumbre de cuando uno esta sentado y entra una persona mayor levantarnos levemente de nuestro asiento para así poder honrarlo y respetar su presencia allí. Por otro lado este es el versículo que está escrito en todos los colectivos en Israel para que los jóvenes le cedan el asiento a los ancianos o a aquellas personas que no puedan estar de pie. 

La otra mitad del versiculo nos indica que debemos honrar el rostro de un anciano (zakén). Ahora bien, el Talmud comprende que anciano no es cualquier persona mayor con barbas blancas largas, sino más bien que zakén es aquella persona que a lo largo de su vida adquirió sabiduría. Cuando la Torá habla de ancianos, según la tradición rabínica, no habla de personas mayores simplemente sino más bien hace referencia aquellas personas que por más jovenes que sean adquirieron amplios conocimientos lo cual los asemeja a aquel imaginario colectivo de la vejez, donde se creía que estaba la sabiduría por los muchos y extensos años de vida y de experiencias. Por esta razón el Talmud dictamina que ante un anciano "común" debemos honrarlo por su vejez mas también debemos honrar a aquellos jóvenes sabios, y para la tradición judía esto significa que cuando alguna de estas personas entra a una sala donde uno se encuentra sentado, levantarse levemente y saludarlo (o simplemente dar cuenta de que una persona sabia entro al lugar).

La tercer parte del versículo establece que uno debe temer (reverencialmente) a Dios. Según el Talmud esto nos enseña que los sabios (o los ancianos) no deben "molestar innecesariamente a la gente", es decir, deben evitar pasar por lugares donde mucha gente se encuentre sentada ya que estos deberán levantarse una y otra vez de sus asientos para honrar la presencia de aquellos. Cuenta el Talmud en este sentido que en la antigüedad los grandes sabios no caminaban por el medio de la ciudad -para no perturbar con su presencia los quehaceres de la gente- sino que para ir de un lugar a otro bordeaban la ciudad para encontrarse con la menor cantidad de gente posible. 

Extra: en el último post comentábamos sobre el honrar al padre y a la madre y estuadiábamos que el Talmud se excedía en los recaudos que un hijo debía tomar para cumplir este precepto. Por este motivo la halajá señala en esta ocasión que el padre no debe ser muy meticuloso al respecto y que incluso el puede "renunciar" al ser honrado por su hijo, es decir, renunciar a que su hijo deba cumplir tantas minuciosidades para cumplir este precepto; sin embargo sostienen los sabios es bueno que aunque el padre haya renunciado a ser honrado por su hijo, sus hijos puedan igual honrarlo y respetarlo (aunque no en el extremo que plantea el Talmud).

jueves, 21 de marzo de 2013

Kidushin 31 - Honrar a los padres

Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Adonai tu Dios te da. (Shemot 20:21)

La segunda de las categorías de la Mishná (ver Kidushin 29) era en relación a las Mitzvot que los hijos tienen que cumplir para con los padres y establece que tanto los varones como las mujeres están igualmente obligados y comandados. El precepto más conocido al respecto es el mandamiento bíblico de "honrar a tu padre y a tu madre". Tanto en el decalogo como en otros pasajes de la Torá aparece la idea de que los hijos deben honrar y respetar a sus padres. A continuación veremos cómo el Talmud define que es este honor y hasta qué extremos -demasiado extremo, según mi parecer- este honor y respeto debe llegar. 

Lo primero que nos enseña el Tamud es que las escrituras igualaron el honor a los padres al honor a Dios. De la misma manera que debemos reverenciar, honrar y temer (reverencialmente) a Dios, así también debemos hacer con nuestros padres. Esta es una idea muy sugestiva de los sabios del Talmud ya que le dan a este precepto un estatus muy importante. Quien no respeta a sus padres es como si no respetase a Dios llegarán a decir los sabios, quien los agrediese estaría también agrediendo a Dios. Y por el contrario, enseña el Talmud, aquel que honra a su padre y a su madre, Dios dice que Él mismo se siente que habita entre ellos y a través de ese honor que el hijo le brinda a los padres Él mismo se siente honrado. En definitiva: honrar a los padres es una forma de honrar al Creador. 

¿Hasta qué límites llega este precepto? Los sabios derivan de diversos ejemplos cotidianos hasta qué punto un hijo debe honrar a sus padres. Los límites parecen bastante extremos. Un ejemplo lo toman de un no judío que se perdió un negocio millonario por no despertar a su padre (que bajo su cabeza reposaba la llave que necesitaba para hacer el intercambio). Para los sabios entonces, no molestar al padre en su siesta y con esto perderse un negocio millonario es parte de cumplir el mandamiento de honrar al padre y a la madre. Un caso más extremo es el caso en el cual comentan que un hombre estaba con un gran ropaje sentado en el medio de una plaza en roma hablando con las máximas autoridades romanas y en un momento llega su madre, le rompe la ropa y lo escupe. ¿Qué debe hacer el hijo ante semejante acto de su madre? Según el Talmud, honrar al padre y a la madre, en este caso sería no enojarse ni avergonzarse por lo que su madre hizo. ¿Un tanto extremo el Talmud, no creen? E incluso más, un hijo no se debería enojar ni recriminar a sus padres si alguno de ellos le arrojan frente a sus ojos su dinero al mar. Una critica a tal extremo, creo yo, es sugerido por un pasaje muy shokeante en donde Rabi Iojanan advierte que es dichoso quien no llega a conocer a sus padres ya que es muy difícil cumplir este mandamiento. En mi humilde opinión este comentario alarmante de Rabi Iojanan viene a advertir que los rabinos llevaron a tal extremo el cumplimiento de este mandamiento que sería mejor para los hijos nunca conocer a sus padres. 

En un pasaje se nos advierte que los hijos deben temer (reverencialmente) a sus padres y en otro que deben honrarlos. ¿Cuál es la diferencia? Temer a los padres significa no pararse en sus lugares, ni sentarse en sus lugares y no contradecir sus palabras. Honrarlo significa asegurarse de que tengan que comer y que beber, que tengan un techo y ropa; ayudarlos en todo lo que necesiten. 

Los sabios exageran porque son conscientes de nuestra naturaleza como seres humanos y como hijos. Quizás honrar a los padres no deba ser llevado a tal extremo mas la noción de respetar y honrar a aquellas personas que con su amor nos ayudaron a ser quienes somos es un gran precepto. El poder agradecer con nuestros actos su amor y su dedicación es un símbolo de nuestro amor a Dios. 

Extra: la Kipá. Una de las pocas fuentes talmúdicas sobre el precepto de cubrirse la cabeza surge de nuestros pasajes del día de la fecha. Se cuenta que Rab Huna no solía caminar más de cuatro codos sin tener la cabeza cubierta porque decía que la Shejina (la presencia divina) reposaba sobre su cabeza. Al parecer de esta tradición, con el correr de las generaciones, devino la práctica de que todos los judíos debían cubrirse la cabeza en señal de respeto y humildad, para evitar el orgullo y la altanería. 

martes, 19 de marzo de 2013

Kidushin 30 - Talmud Torá

Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes (Devarim 11:19)

De este versículo los sabios del Talmud consideran que se deriva la obligación que tienen los padres de enseñarles Torá a sus hijos. La tradición judía considera que es un precepto que un padre dedique su tiempo para educar a sus hijos; de no poseer las aptitudes necesarias puede optar por enviarlos a un Beit Midrash, una casa de estudios, pero la responsabilidad de que su hijo sea educado cae plenamente sobre él. Sin embargo, explican los sabios, si el padre es negligente y no cumple este precepto el hijo, cuando llega a la edad de Bar Mitzva, no puede desentenderse del deber de estudiar y él mismo debe proveerse de las herramientas para estudiar. 

Estudio de Torá vs. Casamiento. ¿Qué debe venir antes: el casamiento o el estudio de Torá? Dos sabios talmúdicos discuten al respecto. Unos dicen que un hombre primero debe estudiar Torá y luego casarse mientras que otros dicen que primero uno debe casarse y luego estudiar Torá. La halajá dictaminó que uno debe primero estudiar Torá y luego casarse ya que si uno debe estar preocupado por las necesidades de su familia, de conseguir el sustento diario, uno no tiene la mente tranquila para poder estudiar. Sin embargo, advierten los sabios, si la pasión de uno es tan grande que si no se casa seguramente termine cometiendo alguna transgresión en relación a las practicas sexuales prohibidas por la tradición de Israel primero debería casarse -para satisfacer su deseo sexual- y luego, con mayor tranquilidad, disponerse a estudiar Torá. 

El límite, sin embargo, que fija el Talmud para casarse es el de los 20 años, quien pasa esa edad y no se casó está transgrediendo una Mitzvá positiva: la de contraer matrimonio y reproducirse. El límite, diría yo, está un poco desactualizado mas la idea que en algún momento el estudio o la formación deben pasar a un segundo plano para pasar a la "acción", para pasar a formar una familia es un punto interesante sobre el cual somos advertidos por los sabios. 

Los abuelos también están obligados. Con educar a los hijos no es suficiente, los abuelos están obligados a educar a sus nietos y a contribuir a su educación. La mejor forma en nuestros días para cumplir con este precepto es que los abuelos y abuelas ayuden a sus hijos a poder mandar a sus nietos a un colegio judío. No sólo es precepto de una generación educar a la generación futura sino que es menester de todas las generaciones contribuir a la educación judía. 

¿Cómo debemos dividir nuestras horas de estudio? En tercios según el Talmud. Un tercio de nuestras vidas se lo debemos dedicar al estudio del Tanaj, otro tercio al estudio de la Mishná (halajá) y otro tercio al estudio del Talmud. Sin embargo, dicen los comentaristas, al no saber cuando habremos de morir no sabemos cómo dividir estos tercios proporcionalmente por lo cual esta división debe ser la base para el estudio semanal; un tercio debe ser dedicado a estudiar los pasajes del Tanaj y sus interpretaciones, otro tercio al estudio de la Mishná y la halajá y otro tercio al estudio del Talmud y su filosofía. Qué colegio judío tiene este diagrama nadie sabe...

El estudio de la Torá debe hacernos que nos volvamos fluidos en sus palabras para que cuando alguien nos pregunta algo no tartamudeemos al contestarle. Las palabras de Torá, en otros términos, deben ser cual manantial que sale de nuestras bocas, debe fluir apaciblemente ante cada pregunta o cuestionamiento. 

Los medicamentos y el estudio de Torá. Los sabios enseñan que la Torá es una "buena droga", que es el mejor de los medicamentos. Es el medicamento de vida (Sam Jaim). Es como cuando un niño se golpea el brazo con una piedra y la madre le pone una venda para curar la herida. Esa es la Torá. Mientras que el niño (el pueblo de Israel) tenga la venda sobre sí (la Torá) nada malo podrá pasarle, no debe tener miedo ya que está cubierto. Dios, dice el Talmud, creó al instinto del mal y a su cura, la Torá. 

¿Cómo vencemos nuestras bajas pasiones? A través del estudio de la Torá y de la puesta en práctica de sus mandamientos. Incluso nos dicen los sabios que si el Ietzer HaRá (el instinto del mal), como por ejemplo el odio, la avaricia, el orgullo, nos están consumiendo debemos llevar a este instinto al Beit Hamidrash para que allí pueda recibir su cura: la Torá. 

La tradición judía hizo del estudio y de la educación un precepto bíblico. Los rabinos creían en un Dios que amaba y deseaba que sus hijos estudien y crezcan llenos de palabras de amor y de Torá. En ese Dios y en esa tradición creo yo. 

domingo, 17 de marzo de 2013

Kidushin 29 - Diferencia de género

Siempre ha existido una separación -y diferenciación- entre los hombres y las mujeres. Sus roles en cada sociedad han sido determinadas históricamente. Desde los años sesenta en occidente se viene abogando con gran fuerza por la igualdad entre los géneros. En la tradición judía también se gestó este fenómeno. Hace décadas tenemos mujeres rabinas, cantantes liturgicas y grandes intelectuales. El Talmud, sin embargo, es muy enfático en lo que a la división de género respecta. La forma de expresarlo es a través de las Mitzvot. Hay Mitzvot que ambos géneros comparten, hay Mitzvot exclusivas para los hombres y otras para las mujeres. Sobre este tema versa nuestros folios del día. 

Cuatro diferencias nos sugiere la Mishná:

  1. Todas las Mitzvot que los padres están obligados para con los hijos sólo los hombres están obligados, mientras que las mujeres están exceptuadas (leamos atentamente, no se les prohibe que realicen tal o cual mitzvá sino que están exceptuadas de hacerlo, mientras que los hombres están obligados a pesar de que no quieran hacerlo). Ejemplo: enseñar Torá a los hijos (el padre está obligado, mientras que la madre esta exceptuada).
  2.  Todas las Mitzvot que los hijos están obligados para con los padres tanto los hombres como las mujeres están obligados a cumplirlos. Ejemplo: Honrar al padre y a la madre (tanto los niños como las niñas están obligados por igual).
  3. Todas las Mitzvot sujetas a un tiempo especifico los hombres están obligado y las mujeres están exceptuadas. Ejemplo: recitado del Shmá Israel.
  4. Todas las Mitzvot negativas (las lo taase, las que prohíben que uno haga algo) tanto los hombres como las mujeres están obligados a cumplirlas: Ejemplo: no matarás, no robarás.
Estás son las diferencias que el Talmud nos sugiere que existen entre los hombres y las mujeres. En los próximos días el Talmud irá desarrollando en detalle cada una de estás diferencias mas por ahora comencemos con la primera.

El padre, según el Talmud, está obligado para con sus hijos a: circuncidarlos, redimirlos, enseñarles Torá, conseguirles una esposa y enseñarle un oficio. Hay quienes dicen que también está obligado a enseñarles a nadar. Estas son las obligaciones que un padre -y no la madre según el Talmud- tiene que cumplir con cada uno de sus hijos. En el esquema familiar de los rabinos un padre se debe hacer presente en estos momentos de la vida de sus hijos.

Lo primero que debe hacer es cumplir el pacto que Abraham inició con Dios, circuncidar a todos sus hijos. El Brit Milá es el comienzo. Luego debe, si es el primogénito, realizar la ceremonia del Pidión HaBen. En esta ceremonia simbólicamente se redime a los primogénitos para que no tengan que trabajar en el Beit Hamikdash. Luego un padre, cuando su hijo comienza a hablar debe comenzar a enseñarle Torá. Es deber del padre educar a su hijo. Cuando ya llega a adultez debe procurarle una esposa; y a la par enseñarle un oficio. Un padre que no le enseña a su hijo un oficio, dice el Talmud, le está enseñando a robar ya que de nada podrá vivir y no tendrá medios para mantener a su familia. Es deber del padre educar a sus hijos en los valores y en los preceptos de la tradición judía como también proveerle las habilidades para que pueda salir al mundo y ganarse su propio sustento. Por último, un padre, debe enseñarle a su hijo a nadar. Los sabios se preguntan el porqué de esta obligación y llegan a la conclusión en que debe hacerlo para que su hijo aprenda a "sobrevivir". Si se llega a caer al mar debe saber nadar y llegar nuevamente a la orilla. Un padre debe proveerle a sus hijos las herramientas necesarias para que pueda valerse por sí mismo en el mundo, para que no deba depender enteramente de sus propios padres. Los padres deben enseñarle a sus hijos a ser independientes, cuando le enseñan a nadar.  

sábado, 16 de marzo de 2013

Kidushin 28 - Palabras que lastiman

El Talmud no sólo regula la vida del culto en el antiguo Templo de Jerusalém, la agricultura en la tierra de Israel, las bendiciones diarias que un judío debe decir sino que también se ocupa de cada uno de los aspectos de nuestra vida. Los insultos y las palabras que lastiman también tienen un lugar en este texto consagrado por cientos de generaciones.

En esta ocasión el Talmud señala que tenemos que tener cuidado en relación a cómo "llamamos" a los otros, cómo los denominamos y cómo nos referimos a ellos. El Talmud da cuenta de que somos sensibles ante la palabra del otro y por este motivo castiga y condena a quien desprecia a su compañero con palabras ofensivas. Veamos los tres ejemplos que el Talmud trae:

  1. Esclavo. Está prohibido que un hombre le diga a su compañero "tu eres mi esclavo" o "vos sos un esclavo". Quien dice estas palabras puede ser condenado por una corte rabínica a un ostracismo temporario (Nidui).
  2. Bastardo. Quien llama a su compañero "bastardo" (Mamzer) o le dice que se comporta como un bastardo puede ser condenado a recibir los cuarenta (menos un) latigazos ordenados por la Torá para corregir los actos de los hombres.
  3. Malvado. Y el "peor" de todos, quien llama a su compañero "malvado" (Rashá) es suceptible de que aquel compañero pueda "arruinarle la vida en todo lo que él desee". La venganza, en este sentido, sería personal. 
Nadie quiere ser un esclavo, un bastardo o un malvado; y nadie tiene derecho a llamar a otra persona bajo estos nombres. Quien lo hace, según el Talmud, debe ser castigado.

A cuidar las palabras que salen de nuestras bocas!

viernes, 15 de marzo de 2013

Kidushin 27 - Una mano


 ר' עקיבא, דיד עניים הוה 

En el contexto de la compra y venta de los bienes inmuebles (y los muebles que éste "lleva consigo") se trabaja el caso donde una persona adquiere el bien inmueble para sí y los bienes muebles para otros. ¿Es válida esta compra? El Talmud discute al respecto y presenta respuestas disimiles pero dentro de la discusión se cita que cierta vez Rabi Akiva compró para él un terreno (un inmueble) y la carpa que había allí adentro (bien mueble) la adquirió para los pobres. El Talmud lo describe a Rabi Akiva, como citamos más arriba en su original arameo, como "la mano de los pobres". Iad Laaniim -una mano para los pobres- era Rabi Akiva, la máxima autoridad judía del siglo II d.e.c. 

En el sentido "técnico" del término se entiende que Rabi Akiva cuando adquiere por un lado el terreno para él y la carpa para los necesitados, está funcionando como "aquella mano" que los necesitados no pueden utilizar porque no tienen los recursos para adquirir aquel terreno. Sin embargo, en un sentido más profundo, esta expresión Iad Laaniim, debería tener un impacto mucho más fuerte en nuestras vidas. Debemos convertirnos en los brazos, en las piernas, en los ojos y en las orejas de quien no posea -real o simbolicamente- alguno de estos miembros. Como comunidad de Israel y como seres humanos somos responsables por quien se encuentra en una situación desventajosa. Si nosotros poseemos los recursos, si tenemos aquellas manos u ojos que otros necesitan estamos comandados a compartir nuestras bendiciones para combatir las adversidades ajenas. Rabi Akiva, uno de los rabinos más influyentes de toda la historia, no sólo se dedicaba a interpretar la Torá y a enseñarla sino que también se convertía en las manos de los necesitados, cuando ellos lo necesitaban.  

A aprender de su ejemplo, Shabbat Shalom!

lunes, 11 de marzo de 2013

Kidushin 26 - Bienes (in)muebles

Aprendimos a adquirir "mujeres", esclavos, animales. Ahora es el turno de los objetos. De los bienes "inanimados". El Talmud, al igual que otros códigos legales, divide a los objetos en dos grandes categorías: los bienes muebles (Nejasim sheein lahem ajraiut), que son objetos que se pueden transportar de forma sencilla de un lugar a otros; y los bienes inmuebles (Nejasim sheiesh lahem ajraiut), la tierra y todos los objetos que están adheridos a ella. Un ejemplo de la primer categoría son las computadoras o los televisores, y un ejemplo de la segunda categoría son los campos o las casas. Por sus diferentes características  estos objetos, poseen diferentes formas de ser adquiridos. 

Los bienes inmuebles. Estos objetos que son imposible de trasladar de un lugar a otro se adquieren mediante tres métodos: Késef, Shtar y Jasaká. Los primeros dos los conocemos bien. El primero de estos (Késef) es a través del dinero, como una transacción corriente. Por otro lado se lo puede adquirir a través de un Shtar (un documento) en donde el vendedor, por ejemplo, escribe "mi campo te es vendido a ti", de esta forma el comprador adquiere el campo. La última de las formas de adquirir un bien inmueble es mediante la Jasaká. Ya estudiamos sobre la Jasaká mas debemos recordar que se puede traducir como "suposición". Esta forma de adquirir un bien inmueble es habitando en él. Si durante un determinado tiempo uno vive en una casa, por ejemplo, y los vecinos y la gente los reconocen como los legítimos dueños por su antigüedad entonces la propiedad pasa a ser de ellos más allá de que nunca la adquirieron formalmente a través de un documento o a través de una transacción económica. 

Los bienes muebles. Estos bienes pequeños y transportables se deben adquirir a través de la Meshijá o la Hagbaá como dicen los sabios. Se deben comprar de "mano en mano", esta es la forma oficial según los rabinos de adquirir un bien mueble. La transacción se concreta cuando el objeto pasa de la mano del vendedor a la mano del comprador. 

domingo, 10 de marzo de 2013

Kidushin 25 - Adquirir animales

Ya hablamos sobre la adquisición de mujeres para el matrimonio, la de esclavos para el trabajo. Ahora el Talmud nos comentará, ya que esta en el tema, como se adquieren los animales. Si una persona desea comprar un animal para sus campos ¿Cómo debe hacerlo? A continuación puntualizó las tres formas que sugiere la Mishná y que son conceptos centrales en toda la literatura legal rabínica:

  • Mesira: el vendedor le entrega, "le lleva", al comprador el producto a adquirir. En este caso un animal. Lo lleva de su propio dominio al dominio del comprador.
  • Meshija: el comprador retira, "lleva para sí", del comprador el producto a adquirir. Lo transporta del dominio del vendedor al suyo propio.  
  • Hagbaa: el producto (en este caso un animal) es elevado, "se lo levanta", para que todos vean que pasará de ser dominio de un hombre al de otro. De esta manera se decreta la compra-venta del producto. 


Algunos sabios sugieren que los animales grandes -Behema Gasa- (de la raza bovina como bueyes o vacas) se adquieren a través de la Mesira. En este sentido el vendedor trasporta el ganado hasta el nuevo dueño. De esta manera se evidencia el cambio de posesión. Sin embargo los animales pequeños -Behema Daka- (como las ovejas o las cabras) se adquieren según Rabi Meir a través de la Hagbaa ya que es factible por su peso y tamaño levantarlas. Sin embargo la mayoría de los sabios consideran que esta no es la forma correcta de adquirir un animal pequeño y que la forma correcta es a través de la Meshija, donde es el comprador quien retira para sí los animales para que formen parte de su rebaño. Sin embargo, finalmente en el código halájico del Shuljan Aruj se decreta que la forma de adquirir cualquier tipo de animal, sea chico o grande es la Meshija. 

viernes, 8 de marzo de 2013

Kidushin 24 - No al abuso!

El modelo económico de la Torá contempla la esclavitud. Intenta limitarla pero sin dudas la permite. Lo que no permite el modelo moral de la Torá ni de los sabios del Talmud es el abuso de los esclavos. Si uno necesita mano de obra -podríamos decir- según la Torá, uno podría tener un esclavo  pero ya hemos visto que los sabios enseñaban que quien adquiría un esclavo adquiría un amo para sí ya que debía proveerle todas sus necesidades y este debía vivir de la misma manera que su amo vivía. Debía comer sus mismas comidas y tener las mismas comodidades que su amo. En definitiva: los esclavos debían ser tratados como uno más de la familia. 

El Talmud enfatiza esta noción cuando advierte que si un amo golpea a uno de sus siervos en algún miembro que no rehabilita (los ojos o la oreja por ejemplo) el esclavo sale directamente en libertad. Un amo puede hacer que su esclavo trabaje en lo que él requiera pero bajo ninguna circunstancia puede abusar de él. Si lo golpea y le arranca un ojo, una oreja o una mano; el esclavo sale directamente en libertad. Y más aún, el amo debe proveerle de un certificado para que a los ojos de toda la comunidad él se convierta, y sea visto, como un hombre libre. Si la esclavitud se permite, el abuso de los esclavos queda totalmente prohibido. Para ser un texto milenario, entiendo yo, esto es un gran avance en términos morales de aquella sociedad que soñaban los sabios. Es posible que no podamos modificar los modelos productivos o económicos debido a su arraigo en nuestras sociedades pero si podemos modificar la forma en la cual los   empleadores se relacionan con sus empleados: eliminando la violencia física y verbal, asegurando un salario digno y buenas condiciones de trabajo, proveyendo las necesidades materiales que se necesitan, asegurando un trabajo en blanco, una jubilación digna, etc. Quizás no debamos intentar modificar la matriz productiva de las sociedades sino la ética que estas formas de producción reproducen. 

Extra: hablando de daños el Talmud enseña que quien asusta (sin tocar) a una persona y ésta se lastima está libre de los juicios terrenales (es decir uno no es penado por tal acción legalmente) mas está condenado por las cortes celestiales (es decir es culpable en términos morales). El código legal judío no juzga penalmente a quien, por ejemplo, al gritarle a una persona y la distrae y se golpea ya que no lo tocó directamente, sin embargo el Talmud insiste que estas acciones que los hombres no pueden juzgar serán juzgadas por Dios, es decir por más que no este penado uno es culpable de estas faltas en un sentido moral. 

domingo, 3 de marzo de 2013

Kidushin 23 - Esclavos cananeos

Comenzamos estudiando cómo se "adquiere" a una mujer para desposarla. Luego estudiamos cómo se adquiere un esclavo hebreo y ahora finalmente el Talmud nos presenta cómo se adquiere a un esclavo Knaani; es decir un esclavo no judío, perteneciente a aquellos pueblos que vivían en la tierra de Knaan/Israel. 

La gran diferencia entre los esclavos hebreos y los esclavos cananeos es que a los primeros era casi un precepto dejarlos libres, mientras que a los últimos -sugieren los rabinos- uno debe hacer el máximo esfuerzo para que sigan siendo esclavos eternamente, de generación en generación. El porqué de esta diferencia, más allá de alguna razón de los "nuestros sobre los "otros", reposa en que cuando uno liberaba a un esclavo cananeo se debía convertir inmediatamente al judaísmo ya que había vivido mucho tiempo y adoptado muchas costumbres de sus amos judíos. Y al parecer los sabios desalentaban en varios casos que esto suceda. Sin embargo éste no es el tema de hoy.

Al igual que las mujeres y que los esclavos hebreos estos esclavos se adquieren por Kesef (dinero) y por Shtar (documento). Sin embargo a diferencia de estos dos estos esclavos también se compran por lo que la tradición rabínica denomina Jazaká (por suposición). Esta forma de adquirir objetos -y lamentablemente una parte importante de los sabios consideraba a los esclavos casi objetos- sólo puede ser efectuados cuando estos objetos u animales no tienen un dueño ni "voluntad propia". Por ejemplo uno podía adquirir a un esclavo cananeo vistiéndolo,  dándole de comer o dándoles unas alpargatas; al realizar estos actos uno está mostrando que trata a aquella persona como su esclavo y por "suposición" (Jazaká) este hombre libre pasa a ser esclavo. 

Para ilustrar que los esclavos cananeos no debían quedar libres y para mostrarnos cómo funciona esta Jazaká los sabios nos cuentan una historia: Cierta vez, Rabi Iehuda de la India, estaba por morir. Rabi Iehuda era un ger (un converso) y como todo converso no tenía herederos (ya que sus hijos o familiares si no se convirtieron junto a él no pueden recibir la herencia según la halajá). Rabi Iehuda de la India tenía un esclavo cananeo. Cuando Mar Zutra va a visitarlo, en su lecho de muerte, lo primero que hace al ver que Rabi Iehuda estaba a punto de morir, es pedirle a su esclavo que le lleve sus alpargatas a su casa. ¿Para qué hizo tal cosa? Porqué al llevarle las alpargatas a su hogar este esclavo de Rabi Iehuda pasa a ser -por suposición, por hacer las labores típicas de un esclavo- propiedad de Mar Zutra. ¿Y por qué no espera a que Rabi Iehuda muera? Porqué al Rabi Iehuda ser converso no tenía herederos y este esclavo, al no tener a quien servir quedaría libre, por este motivo para impedir que quede libre Mar Zutra lo adquiere para el. 

viernes, 1 de marzo de 2013

Kidushin 22 - Esclavos de Dios

La Torá prescribe (Shemot 21:5-6) que llegado el caso, si un esclavo hebreo no desea salir en libertad cuando cumple sus seis años de labor, su amo deberá llevarlo hasta la puerta y allí perforar la oreja derecha. Esa es la marca de la esclavitud eterna (o por lo menos hasta el jubileo donde inexorablemente, aunque no lo desee, debe salir en libertad); la oreja derecha perforada es la marca de la esclavitud. No de cualquier esclavitud sino de aquella que uno elige por propia voluntad; aquel esclavo pudo haber sido libre, sin embargo, eligió seguir siendo esclavo. 

Rabi Iojanan ben Zakai, más allá del sentido literal de este mandamiento, percibe que aquí se encuentra una perla preciosa (Min Jomer), un aprendizaje vital para la humanidad. ¿Por qué es precisamente la oreja el miembro elegido por la Torá para marcar la esclavitud? ¿Por qué no la pierna, el brazo o la nariz? Y además ¿Por qué contra la puerta y no contra cualquier otro elemento del hogar? ¿Por qué se debe perfora aquél miembro contra una puerta y no contra una pared o una cama? Rabi Iojanan y Rabi Shimon se hacen estas preguntas. Si cada palabra fue cuidadosamente elegida para estar escrita en la Torá cada una de estas palabras debe regalarnos una enseñanza. Ninguna palabra es azarosa. 

Rabi Iojanan nos dice que fue la oreja la elegida para marcar el signo de la esclavitud autoimpuesta ya que fue con nuestros oídos que oímos a Dios decir: "Porque mis siervos son los hijos de Israel; son siervos míos, a los cuales saqué de la tierra de Egipto. Yo soy Adonai vuestro Dios." (Vaikra 22:25). Dios afirma que el pueblo de Israel, que la humanidad toda, sólo le pertenece a Él y no a los demás hombres. Los hombres no pueden ni deben ser siervos de otros siervos, ya que todos somos siervos de Dios. ¿Pero qué hacen estos hombres? Deciden venderse como esclavos. Desprecian la libertad y se venden como esclavos. Hombres que eligen -por propia voluntad- ser esclavos de otros hombres, rechazan el mandamiento de ser libres para convertirse en esclavos. Y más aún, Rabi Shimon nos enseña porqué específicamente en las puertas deben ser perforadas aquellas orejas símbolo de la esclavitud. Ya que fue sobre las puertas, las jambas y las mezuzot de las casas de los judíos en Egipto donde Dios mostró Su poder salteándose estos hogares (en la última de las diez plagas) para llevarlos de la esclavitud a la libertad (MeAvdut Lejerut). Aquella puerta al abrirse el mar de los juncos simbolizaba el paso de la esclavitud transitoria a la libertad eterna mas existen hombres que deciden voluntariamente volver a ser esclavos, y este acto de cobardía debe ser marcado simbólicamente en sus orejas -por no oír el mandamiento de la libertad- sobre las puertas -por no atreverse a ser libres, por no comprender la esencia misma de la liberación de Egipto-.

Ser esclavos de Dios y de ningún otro hombre. Ese es el mandato. Cuando uno es esclavo de otro hombre está preso en sus tiempos y en sus espacios pero Dios es libertad, cuando uno es siervo de Dios uno es siervo de su propia conciencia, uno es siervo de la conciencia y de los ideales de su pueblo. Si la imagen que percibimos de Dios es una creación propia del ser humano entonces ser siervos de Dios significa ser completamente libres, significa poder elegir qué ser y cómo ser; significa poder darnos a nosotros mismos el Dios que deseamos. Podemos elegir creer en un Dios guerrero que pide la sangre del enemigo o podemos elegir creer en el Dios del amor que derrama misericordia sobre su creación. Ser siervos del hombre es ser esclavos, ser siervos de Dios es ser libres.