lunes, 29 de abril de 2013

Kidushin 52 - Sobre robos y casamientos


Ya hemos establecido con insistencia que para que un hombre pueda desposar a una mujer éste debe darle algo a ella; el valor mínimo: una prutá. Ahora la pregunta es: si le entrega algo robado ¿esta mujer queda desposada o no? ¿es válido el casamiento si el aquel objeto que le entrega por el valor mínimo de una prutá es robado? La respuesta de los sabios es ambigua y como de costumbre “depende el caso”. Lo más sorprendente de todo es que al parecer no hay consideraciones de tipo moral en el razonamiento de los rabinos sino meramente “legales”. Es decir, los sabios no dicen que el casamiento es inválido, como tenderíamos a pensar, porque de una transgresión no podemos acceder al cumplimiento de un precepto.

Quien desposa a una mujer con algo robado (Gezel), tomado por la fuerza (Hamás), hurtado (Genivá), o incluso si toma de ella unas monedas y se las da: está desposada”. Es decir, el casamiento es válido si ocurre cualquiera de estos casos. Gezel es un robo para el cual se utiliza la fuerza, una Genivá es un hurto donde se roba en secreto sin que la victima advierta el robo, por último Hamas es pagarle al otro por un producto pero obligarlo –sin dejarle opción- a que lo venda; algo así como una expropiación. Todos estos casamientos, dirán los sabios, serán válidos sólo en el caso de que el dueño anterior de aquel producto robado/hurtado/tomado por la fuerza haya renunciado a la idea de volver a poseer aquel articulo; que haya realizado lo que los sabios denominan Ieush (desesperanza). El Ieush es el sentimiento de desesperanza que uno siente cuando ya sabe que no va a volver a contar con cierta cosa perdida o robada. Cuando nos roban o perdemos algo, el Ieush no es inmediato porque creemos que podemos encontrar rápidamente aquello perdido o que el ladrón será encontrado. Sin embargo pasadas unas horas o unos días, todo depende en las circuncstancias, ocurre el Ieush y perdemos las esperanzas de volver a recuperar aquello extraviado. Este Ieush, técnicamente, es el que le da la propiedad del articulo robado al ladrón. Antes del Ieush, los rabinos advierten, que con aquel producto el casamiento es inválido porque uno debe darle algo a la mujer que sea “suyo” y antes del Ieush el artículo todavía estaba relacionado con su dueño original.

Lo mismo ocurre con un objeto perdido (Aveidá), cuando uno encuentra un objeto perdido no puede inmediatamente desposar a una mujer con el mismo porque quizás el dueño todavía no hizo el Ieush, sólo después de un tiempo puede hacerlo ya que pasa a ser de “su propiedad”.

Shidaj o no Shidaj, esa es la cuestión. El “Shidaj” en la antigüedad era el momento previo al casamiento en donde la mujer mostraba estar dispuesta a casarse con un hombre. Esta ceremonia se tornó muy importante por una cuestión “meramente técnica”. Ya que si un hombre robaba de otro ciertas monedas y se las arrojaba a una mujer que estaba lavando sus pies, por ejemplo como nos cuenta el Talmud, y le dice “Te desposo a través de estas monedas” el casamiento era válido o inválido dependiendo de la existencia o la inexistencia del Shidaj. Si se había realizado un Shidaj con anterioridad entonces el casamiento era válido porque la mujer había aceptado casarse con aquel hombre, en cambio si no había habido Shidaj el casamiento era inválido. Shidaj o no Shidaj, esa es la cuestión. 

domingo, 28 de abril de 2013

Kidushin 51 - Con dos hermanas no!


La prohibición del incesto es uno de los pilares de la sociedad. La Torá (Vaikrá 18) señala las diferentes relaciones que le son prohibidas a un hombre. Un hombre no puede acostarse: con su hija, con su madre, con su hermana, etc. Ahora bien, en nuestra Mishná se nos habla de un hombre que en un solo acto se casa con una madre y su hija, o con dos hermanas. Empecemos señalando que hasta el siglo XI la poligamia estaba permitida en el mundo Ashkenasi y hasta nuestros días el mundo Sefaradí nunca la prohibió expresamente. Veamos entonces ¿estos casamientos son validos? No, no lo son. Tal como un hombre no puede acostarse con una familiar cercana tampoco puede acostarse con dos mujeres con un parentesco cercano. Un hombre no puede casarse con dos hermanas o con una madre y su hija, esto para la tradición judía forma parte de una conducta sexual impropia. Rabá justifica a la Mishná enseñando que cualquier acto que, uno después que el otro estarían prohibidos, también son prohibidos cuando suceden en el mismo momento. Es decir, tal como está prohibido que un hombre esté casado con una mujer y luego se case con la madre -la hermana o la hija- de esta, así también está prohibido que realice esta unión en un mismo momento. 


La halajá es como Abaie. Los sabios talmúdicos Abaie y Raba suelen discutir constantemente. En todas las discusiones salé ganando Raba, es decir, la halajá se fija según su posicón. Excepto en seis casos aislados. En nuestro Daf se encuentra una de estas excepciones. El debate se centra en si los casamientos que "no pueden conducir a una relación sexual" son válidos o no. En Devarim (24:1) se nos enseña que lo primero que debe hacer un hombre cuando desposa a una mujer es acostarse con ella. Hay una relación directa entre la santidad del matrimonio y la santidad del sexo.

Entonces llegado el caso que un hombre se case con dos mujeres las cuales le está prohibido a él (por lo que se expresa en Vaikra 18) tener relaciones con aquellas ¿el matrimonio es válido (por lo cual necesita Get para divorciarlas) o no (por lo cual no necesita Get ya que "técnicamente" como el matrimonio no es válido nunca estuvieron casados? Más allá de que esta unión esté prohibida, como ya explicamos, falta definir si la unión es válida o no. La halajá queda como Abaie por lo cual el hombre que se casa con una mujer y su hija o dos hermanas está obligado a darle un Get a cada una ya que técnicamente -aunque no está permitido- el matrimonio es válido. 

viernes, 26 de abril de 2013

Kidushin 50 - Casamientos condicionados II

Si las condiciones no se cumplen el matrimonio no es válido y queda anulado. Este parece ser el dictum general de los rabinos. Si uno dice ser Cohen y en realidad es Leví, o si uno dice ser un pueblerino y en realidad vive en una gran ciudad, o si dice que su casa está cerca de un baño y en realidad está lejos, o si dice no tener hijos y los tiene; y todos estos son ejemplos reales del Talmud: el casamiento no es válido.

Uno no puede engañar a una mujer con el fin de que ella se case con uno. Al parecer tener un baño cerca de la casa tenía una gran valoración para los sabios del Talmud, como para los argentinos en los setenta mudarse a una casa con teléfono. En definitiva: uno no puede engañar o mentir para conseguir a su mujer. Ni para un lado, ni para el otro. Si uno es rico debe decir que es rico, si uno es pobre debe decir que es pobre. O mejor, no decir nada. El silencio muchas veces nos ahorra muchos problemas. 

Ahora bien, si la mujer dice "en mi corazón igualmente quería casarme con él", es decir que más allá de estas condiciones que su marido "mentiroso" le dijo la mujer expresamente que ella igualmente quería casarse con él siendo que aquellas condiciones no le importaban, el casamiento no es válido. ¿Cuál es el motivo? La respuesta la da Rabá y se basa en el siguiente principio: "Devarim shebalev, einam devarim" (las cosas del corazón no son cosas, o las palabras del corazón no son palabras).

En otras palabras: lo que no decimos expresamente sino que lo guardamos en nuestro interior no tienen peso legal. Si la mujer quería casarse, sin importar qué, con este hombre debería haberlo expresado antes del casamiento y no después. Las palabras de nuestra conciencia o que están dentro nuestro pero que no las hacemos trascender son pensamientos infértiles, palabras muertas que no tienen peso. 

miércoles, 24 de abril de 2013

Kidushin 49 - La cosmovisión del mundo


Cada cultura tiene una determinada cosmovisión del mundo. La forma de entender y comprender la realidad se articula directamente con las prácticas culturales y filosóficas de una civilización. Los sabios del Talmud (hablamos de cientos de hombres del siglo III al V de la tierra de Israel y de Babilonia) no tenían una concepción unificada de la realidad, sin embargo, se pueden encontrar ciertas citas en los textos rabínicos que dan cuenta de una cosmovisión “compartida” en gran medida acerca de ellos mismos (o sea, del pueblo judío) y de otros pueblos de la región.

En nuestro Daf del día encontramos una cita bastante extensa con una formulación básica “diez medidas de X cayeron al mundo, nueve fueron para Y y una para Z”. X, Y y Z serán reemplazadas en cada caso por otros atributos y otras naciones (o lugares). Es decir, cada pueblo o región tenía una categoría casi “natural” que le era propia. Los lugares fijaban características propias de la población (esta concepción filosófica encontrará cabida en algunos de los más grandes pensadores del medioevo). Algunos ejemplos:

1) La sabiduría: “Diez medidas de sabiduría cayeron al mundo, nueve le fueron entregadas a la tierra de Israel y una al resto de las naciones”. Es decir, los rabinos veían al pueblo judío como el pueblo más culto y sabio de la tierra. En ellos, es decir, la Torá, se depositaba la gran mayoría del conocimiento, sin embargo no era absoluto y el resto de las naciones del mundo tenía una cuota de sabiduría.

2) La belleza: “Diez medidas de hermosura cayeron al mundo, nueve le fueron entregadas a Ierushalaim y una al resto del mundo”. La belleza al parecer también era patrimonio del pueblo judío, la ciudad de Jerusalém era a los ojos de los sabios el lugar más hermoso –y sagrado- del mundo. El resto de la belleza, un 10% únicamente, estaba repartido en el resto del mundo.

3) La riqueza: “Diez medidas de riqueza cayeron al mundo, nueve le fueron entregadas a Roma y una al resto de las naciones”. Roma era símbolo de riqueza y lujuria. Era una de las características esenciales que encontraban los sabios para con aquel imperio que dominaba todo el “mundo conocido”.

4) La valentía: “Diez medidas de valentía cayeron al mundo, nueve le fueron entregadas a los persas Israel y una al resto de las naciones”. Los persas eran vistos como los más valientes entre los hombres; la característica principal de esta nación, según la óptica de los sabios era la fuerza y la valentía.

5) La brujería: “Diez medidas de brujería cayeron al mundo, nueve le fueron entregadas a Egipto y una al resto de las naciones”. La brujería fue prohibida desde los tiempos de la Torá, al igual que la magia o la necromancia. Según la cosmovisión de los rabinos Egipto representaba la cúspide de aquella degradación espiritual. La magia, esta especie de idolatría, estaba relacionada estrechamente con Egipto.

6) La promiscuidad: “Diez medidas de promiscuidad cayeron al mundo, nueve le fueron entregadas a Arabia y una al resto de las naciones”. Los árabes eran vistos como seres promiscuos donde la prostitución y la degradación de la moral sexual reinaban en sus ciudades.

7) La conversación: “Diez medidas de conversaciones cayeron al mundo, nueve le fueron entregadas a las mujeres y una al resto de la humanidad”. Según la concepción talmúdica las mujeres son predominantemente “charlatanas”, muy por encima de los hombres. La misoginia o cualquier parecido con la realidad son meras coincidencias.

Para finalizar, sólo me basta sumar que según estas tipologías todas las naciones tenían “una característica predominante” sin embargo ninguna nación era dueña de forma absoluta de cualquiera de estas cualidades. 

lunes, 22 de abril de 2013

Kidushin 48 - Casamiento bajo condición


Hemos aprendido que para que un hombre pueda desposar a una mujer necesita contar con una cierta cantidad de dinero y entregárselo a ella. Ahora bien, más allá de estas “formalidades” de la Ley, el hombre puede “proponerle matrimonio” con ciertas condiciones, es decir, agregando algún término particular. Por ejemplo: “Cásate conmigo con esta copa de vino” o “Cásate conmigo por con esta moneda de oro”. El hombre puede libremente anunciar estas condiciones en el momento que toma a su mujer como esposa. Sin embargo ¿Qué pasa si esta condición no se cumple? ¿Qué pasa si en vez de vino en la copa hay miel? ¿O si la moneda no es de oro sino de plata? Según la opinión de los sabios la mujer no queda desposada y el matrimonio no es válido. Si los Tnaim (las condiciones) no se cumplen el matrimonio no es válido. Incluso más: si el hombre le dijo que “Cásate conmigo por cuanto soy pobre” y el hombre es verdaderamente rico (o viceversa) el matrimonio no es válido. Las condiciones deben cumplirse rigurosamente para que el matrimonio tenga validez.

A su favor. Rabi Shimon, sin embargo, sostiene que si la condición no se cumple a favor de la mujer entonces el matrimonio es válido. Por ejemplo si el hombre había condicionado el casamiento con una moneda de plata y finalmente le entrega una de oro (como el oro vale más que la plata) el matrimonio es válido porque sostenemos que la mujer va a aceptar una “mejor situación” frente a peor que era la condición. Si el vaso era de miel y termina siendo de vino ocurre lo mismo, el casamiento es válido, ya que sospechamos que cualquier mujer prefiere algo más excelso como el vino sobre algo más común como la miel.

Plata sí, Ijus no. El sabio Ulá, comentando este pasaje de la Mishná, señala que plantea Rabi Shimon es cierto siempre y cuando sea en un tema monetario. Si la condición no se cumple a favor de la mujer, es decir, ella obtiene una ganancia mayor a la establecida por la condición, el matrimonio es válido. No obstante si se trata de iojasin (algo así como estatus social o linaje) no, la mujer no queda desposada. Si el hombre había dicho que era Leví y en realidad era Cohen o si era Israel y finalmente era Leví (las tres castas por las cuales se divide el pueblo judío) el matrimonio no es válido. ¿Por qué? Y con un proverbio arameo dan la respuesta los sabios: porque las mujeres dicen “un zapato más grande que mis pies no quiero”. Es decir, las mujeres no desean una persona de un status social más importante que el de ellas, ya que según entienden los sabios, se sentirían como dice la canción “sapo de otro pozo”. Imaginemos que un hombre le dice a una mujer que es una persona simple con un trabajo común y finalmente este hombre luego cuando se casa con esta mujer en realidad era una estrella de Hollywood con mucha exposición mediática. Según la “filosofía de la calle” ninguna mujer rechazaría ser pareja de una estrella así, sin embargo el Talmud considera que una mujer puede no desear ser la pareja de alguien con tal exposición. 

miércoles, 17 de abril de 2013

Kidushin 46 - Una Pruta

¿Con qué puede uno casar a una mujer? ¿Qué es lo que necesita el marido, según la tradición rabínica, para desposar a su futura mujer? Cualquier elemento que valga por lo menos una Pruta (un moneda con un valor nominal muy bajo). Tan bajo como que la Mishná señala que hasta un dátil puede tener el valor de una Pruta. Con cualquier elemento que tenga el valor de una Pruta (desde un anillo hasta una fruta) la mujer queda casada. Incluso si el hombre no tiene un elemento que llegue a este monto puede adquirir a su mujer con diversos productos que sumados lleguen a este valor. 

Casarse con una deuda. ¿Qué ocurre si el hombre desposa a su mujer con una deuda que ella le debía a él? Si la mujer le debía una Pruta al hombre, el Talmud considera que el matrimonio no es válido si la deuda simplemente queda anulada y eso representa como que él le pagó a ella (con su propia deuda). Sin embargo si ella le devuelve la Pruta el hombre puede desposarla con ese dinero. 

La plata vuelve. ¿Qué ocurre en el caso de que el matrimonio sea invalido? Si uno se casa con una Erva (una mujer que por su cercanía familiar le esta terminantemente prohibido allegarse a ella ¿La mujer debe devolverle el dinero el casamiento o no? Si se produce unos Kidushin Taut (un casamiento "erróneo") la mujer tiene la obligación de devolverle el dinero el hombre y no se los puede quedar en concepto de "regalo". 

lunes, 15 de abril de 2013

Kidushin 45 - Los padres y sus hijos

Dos historias. Dos fabulosas historias que nos ilustran la relación entre algunos padres que quieren desposar a sus hijos. 

Primera historia: Se cuenta que cierta vez dos hombres estaban sentados tomando vino bajo un árbol frondoso de Babel (en la actual Iraq). En un momento uno le acerca al otro una copa de vino y le dice: "te doy esta copa de vino si me das a tu hija para que se case con mi hijo" ¿Es este matrimonio valido? Los sabios lo dudan. No sabemos si el hijo mostró voluntad de casarse con la hija de este otro hombre. Entonces hay dos opciones posibles: 1) Qué el chico haya nombrado a su padre como Sheliaj (enviado) 2) Que haya mostrado deseos de casarse con esta chica y que su padre por motus propio haya decidido convertirse en Sheliaj. Los sabios descartan la primera opción porque ningún hijo es tan desvergonzado de hacer de su padre un mero emisario. Por lo cual hijos e hijas, no hagan de carteros o emisarios a sus padres! El segundo argumento es más convincente y hay ciertos sabios que argumentan que si uno muestra cierto interés y da a entender que quiera algo (o en este caso a alguien) uno puede por propia voluntad y sin el pedido explicito, convertirse en un Sheliaj, en un enviado para cumplir con aquel "deseo" de la otra persona.

Segunda historia: Se cuenta que cierta vez una pareja tenía una hija. El padre decía que quería casarla con un familiar cercano a él, mientras que la madre insistía a que su hija se case con un familiar cercano a ella. Ella lo fastidió tanto al marido (y sí, el Tamud usa la palabra fastidiar) que finalmente el marido cedió y quedaron que su hija se iba a casar con un cercano a su mujer. Organizaron un banquete para celebrar dicha unión pero en la mitad del festín un familiar cercano de él (del padre) lleva a la pequeña al techo y la desposa. ¿Este casamiento es válido? (tengamos el cuenta que en primera instancia el padre quería que ella se case con él) Los sabios del Talmud para argumentar que este casamiento no es válido traen dos respuestas maravillosas: 1) Por un lado citan un versículo de Tzefania (3:13): "El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa..." es decir, "los judíos no mentimos" por lo cual el padre no mintió cuando cedió ante su mujer por lo cual el matrimonio no es valido porque no estaba en la voluntad del padre casar a su hija con este familiar cercano suyo. 2) Por otro lado Raba argumenta que un hombre "no se esfuerza para realizar un banquete y luego echarlo a perder", es decir que el padre no hubiera pagado todo un banquete para luego desposar a su hija con otro hombre. En definitiva, el matrimonio ese no es valido. 

domingo, 14 de abril de 2013

Kidushin 44 - El padre y la hija

Según la Mishná el padre también puede desposar (Mekadesh) a su hija. Cuando la joven es menor de edad (sino me equivoco menos de doce años) el padre también tiene la potestad de casarla. Y es más mientras todavía es chica si se casa sin la voluntad (o el conocimiento) de su padre el casamiento no es valido. Las mujeres, según la tradición rabínica o bien "pertenecen" al padre o luego al "marido". Hasta que lleguen a la pubertad el padre es el responsable en todo lo que al casamiento de la hija respecta, si el no da su visto bueno la muchacha no puede casarse. Recordemos aquí con en la antigüedad  y hasta en algunos pocos lugares en nuestros días, muchas chicas jóvenes son comprometidas o incluso casadas por sus mismos padres (no obstante siglos más tarde el Rambam dirá que el padre tiene la obligación de preguntarle a su hija si quiere casarse con tal o cual persona). 

Una Ketana (muchacha) a diferencia de una mujer adulta, nos dice el Talmud, no puede mandar a un Sheliaj para recibir su Ketuba (contrato matrimonial) o su Get (documento de divorcio). Sin embargo el padre si puede comandar a un Sheliaj para que reciba el Get o la Ketuba de su hija pequeña, como así también de sus hijas más grandes. 

viernes, 12 de abril de 2013

Kidushin 43 - Autores intelectuales y materiales

Así dice el Talmud: "Quién le dice a su enviado "ve y mata a un hombre"el enviado es el culpable y quien lo envío no". Es decir, según esta posición, la obediencia debida no tiene lugar. Si uno asesinó a alguien debe rendir cuentas por eso y no puede excusarse en ningún tipo de obediencia debida, no puede justificar su accionar argumentando que alguien lo obligó a hacerlo. Sin embargo continúa el texto diciendo que Shamai Hazaken sostenía que según el profeta Jagai quien envía también es culpable. Shamai Hazaken se basa en una lectura muy interesante de un versículo bíblico: ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Adonai, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón (Shmuel II 12:9). 

Como recordarán la Biblia nos enseña que David mandó a matar a Uriá porqué quería quedarse con su esposa BatSheva. David no lo mata personalmente sino que lo manda a morir en una guerra "por la espada de los hijos de Amón". Sin embargo el profeta lo recrimina como que él mismo lo asesinó. Es decir que quién envía es tan culpable como quien comete la acción de asesinato. En este sentido ambos serían culpables y ninguno puede excusarse. No obstante el Talmud marca una diferencia. El enviado que lo asesinó con sus propias manos puede ser juzgado por cortes terrenales por asesinato mientras que quien lo envió no puede ser juzgado por un tribunal humano sino que es castigado "MiDinei Shamai", por la justicia divina. Es decir no es juzgado penalmente pero si lo es moralmente y ante los ojos de Dios. Esto nos abre un nuevo debate en torno a las diferentes penas que se pueden establecer entre los autores materiales y los autores intelectuales de los crímenes, seguramente si seguimos estudiando alguna referencia más encontraremos al respecto.

miércoles, 10 de abril de 2013

Kidushin 42 - Obediencia debida

En el último post expusimos la idea talmúdica de que el enviado es como quien lo manda (Shlujo shel Adam Kemoto). Ambos, técnicamente son la misma persona y comparten la misma responsabilidad. Ahora bien se plantea una cuestión muy interesante en nuestro Daf que nos ayudará a pensar las nociones de obediencia debida y otras problematicas muy conocidas por nuestras generaciones. Los sabios enseñan que si una persona manda "fuego" (un objeto inflamable o algo que puede comenzar un incendio) a través de las manos de un pequeño o un "tonto" (una persona con laguna deficiencia importante) y este provoca un incendio entonces esta persona esta exenta de los tribunales del hombre pero no de los tribunales divinos. Es decir aunque penalmente no puede ser juzgado por haber "provocado" el incendio porque esto lo hizo su enviado y no él, moralmente es juzgado porque él debía saber que no podía confiar este producto a una persona que no podía ser responsable del mismo. Sin embargo si este elemento inflamable es enviado a través de un "Pikeaj" una persona "normal", con conocimientos, entonces el responsable por provocar el incendio no es quien envía sino el enviado. Y es el enviado quien es juzgado por las cortes. El Talmud se da cuenta que si esto es así no se cumple el principio de Shlujo shel Adam Kemoto ya que en ambos casos tanto el enviado como quien lo envió deben ser juzgados ya que serían "la misma persona". La maravillosa respuesta que da el Talmud es que en estos casos es diferente ya que no puede haber un Sheliaj (enviado) para cometer una transgresión (Lidbar Aveira). 

El Talmud enfatiza que uno puede siempre cumplir los preceptos a través de diversos enviados que cumplen su voluntad sin embargo no existen los enviados para cometer transgresiones, en este caso un incendio. Por lo cual podríamos anacrónicamente suponer la oposición que estos rabinos tendrían en torno a la figura de la obediencia debida. Un general puede comandar a sus súbditos a que cumplan su voluntad pero si esta voluntad es un "pecado" o una transgresión, si el enviado la cumple, él también es culpable ya que no existen los enviados para cometer transgresiones. La obediencia debida es puesta en duda ya que cada uno, si es "Pikeaj" es en última instancia siempre libre de decidir si respetando la voluntad de sus superiores quiebra los valores éticos o religiosos universales. El apropiarse de bebes, el torturar a disidentes políticos, el asesinar a jóvenes militantes, son aquellas transgresiones para las cuales uno no puede ser un enviado y si uno "libremente" comete estas atrocidades entonces pues no puede esgrimir que esto lo hizo bajo obediencia debida y tiene que rendir cuentas por sus actos. 

lunes, 8 de abril de 2013

Kidushin 41 - El hombre desposa...

Estamos iniciando un nuevo capitulo del tratado de Kidushin. El primero comenzó señalando como una mujer era "adquirida". Este segundo capitulo comienza enseñando como un hombre desposa -santifica- a una mujer. El término en hebreo para desposar a una mujer es "Mekadesh", que literalmente es santificar, ya que lo sagrado es aquello que esta separado de lo vulgar, de lo cotidiano. Lo sagrado es aquello que hacemos único. Se nos enseña entonces que un hombre puede desposar a su mujer él mismo o a través de un emisario (Sheliaj). La mujer lo mismo, ella misma puede desposarse o puede hacerlo a través de un Sheliaj. Es decir según la Mishná una pareja puede contraer matrimonio sin estar ambos presentes en un mismo lugar, cada uno puede enviar a un Sheliaj para cumplir esta misión y de esta manera esta pareja queda santificada. Rab Iosef, sin embargo, en el Talmud nos señala que es más valioso que el hombre por sí mismo despose a su mujer y que no lo haga a través de un Sheliaj. 

Shlujo shel Adam Kemoto. El Talmud explica de dónde proviene la idea de que uno a través de un enviado puede cumplir un precepto. Luego de afirmar que esto se extrae de la Torá de una interpretación de un versículo donde se afirma que toda la congregación de Israel va a ofrecer un sacrificio de Pesaj -y los sabios afirman que esto es físicamente imposible por lo cual tiene que significar que un sacerdote lo hará en nombre de todos- los sabios extraen que esta idea puede replicarse en la mayoría de los mandamientos. Este enviado es como quien lo envía en todos los sentidos. Por eso si un enviado desposa a una mujer es como si quien lo hubiera mandado se estaría casando. 

sábado, 6 de abril de 2013

Kidushin 40 - Potpurrí de sabiduría talmúdica

El Talmud nos enseña que hay justos buenos y justos que no lo son, como así también existen malvados malos y malvados que no lo son. Sé que la frase es compleja y parece no tener sentido sin embargo esto mismo afirman los sabios del Talmud. Rabá nos enseña que Rab Idí le explicó lo siguiente: existen tzadikim (justos) en el mundo que son buenos y otros que no lo son. Los tzadikim buenos son aquellos que son buenos hacia Dios y hacia los hombres mientras que los que no son buenos son aquellos que solo son bondadosos hacia Dios pero no para el resto de los hombres. Por el contrario existen reshaim (malvados) que son malos hacia Dios y hacia los hombres, estos son los malvados malos, mientras que existen aquellos que solo son malvados hacia Dios pero no hacia los hombres, estos son los malvados no malos. De seguro todos nosotros hemos conocido gente que externamente, por su discurso o su vestimenta, nos resultan hombres piadosos y "justos" mas el Talmud nos advierte que no nos guiemos necesariamente para constatar si una persona es justa o malvada como esta persona reza o cuanta Torá estudia. El ser un justo o un malvado, se definen según la tradición judía, no por como uno se "acerca" a Dios sino como uno trata y se maneja con Sus criaturas, con los demás hombres y mujeres de nuestro mundo. Podríamos decir, en forma de refrán popular, "Mirá cómo trata a los demás y sabrá si es una persona verdaderamente justa o simplemente aparenta amar a Dios".

Las intenciones y las acciones. ¿Cuenta como una Mitzva pensar en hacerla pero no llevarla a cabo? ¿Cuenta como una transgresión pensar en cometer un pecado pero finalmente no hacerlo? Rab Asi nos enseña que si uno pensó en hacer una mitzva pero por algún motivo le fue impedido realizarla, tan solo por tener esa buena intención se considera como que hubiera realizado la mitzva. Muy por el contrario si uno tenía un pensamiento negativo mas no lo lleva a la práctica entonces uno no es juzgado por aquel pensamiento. Para el bien nuestros pensamientos cuentan, para el mal no. 

En oculto o público. Rabi Janina enseña que es preferible que un hombre transgreda un precepto BeSeter (en oculto) y que no profane el nombre de Dios BeFaresia (en público). Es decir que si uno por algún motivo que fuera debe o se ve tentado a transgredir un mandamiento es preferible, según esta visión que uno lo haga en oculto sin que otros puedan verlo. El sabio Elai HaZaken comenta al respecto y dice que si un hombre ve que su Ietzer Hará (su instinto del "mal") se esta sobreponiendo a su voluntad entonces debe irse a un lugar donde nadie lo conoce, vestirse de negro y hacer "lo que su corazón deseé". Este es un pasaje muy enigmático y discutido del Talmud. Para ciertos sabios es la justificación que se puede dar cuando una persona observante decide ir con una prostituta; cuando su instinto sexual lo domina y "no puede más" entonces debe alejarse de su ciudad, vestirse de tal manera que no lo reconozcan y saciar su espíritu para poder "volver" a su rutina diaria. La sabiduría infinita del Talmud nos confronta con la realidad; si bien el ideal es superar nuestras pasiones e instintos muchas veces no podemos controlarlos por lo cual el Talmud nos da una manera de saciar aquellos impulsos sin profanar el nombre de Dios BeFaresia. 

La balanza. El Talmud enseña que cada uno de nosotros debe verse a sí mismo como una balanza en su punto de equilibrio. Tenemos igual cantidad de transgresiones como de méritos, de errores como de aciertos. Por este motivo dicen que es dichoso el hombre que hace una buena acción y cumple un mandamiento porque tuerce la balanza hacia el lado de los méritos. 

El estudio o los actos. Qué es más elevado ¿el estudio o las acciones? Un sabio dice que son las acciones y otro que es el estudio. Finalmente todos se ponen de acuerdo cuando todos afirman que el estudio es más grande que la acción porque el estudio lleva a la acción y no viceversa. El estudio de la Torá nos lleva al cumplimiento de los preceptos mas el cumplimiento de los preceptos no nos lleva directamente a su estudio. 

Hadran Alaj HaIsha Niknit, hemos terminado así el primer capitulo del tratado de Kidushin!

jueves, 4 de abril de 2013

Kidushin 39 - Tziduk HaDin

Los hombres y mujeres de fe a lo largo de toda la historia universal han buscado demostrar la naturaleza de Dios, sus atributos y como acciona en el mundo. El gran problema que han tenido que superar es el dilema entre el bien y el mal. Entre aquellos justos que "les va mal" y aquellos malvados "que les va bien". Todos alguna vez nos hemos hecho esta pregunta y los sabios judíos del Tamud no son la excepción. Lo primero que deberíamos definir es que es justo/malvado y que es el bien/mal pero dejaremos esto para otra ocasión. 

La Torá es clara si uno cumple los preceptos a uno le irá bien, sus tierras serán fértiles, tendrá salud y paz; si uno no cumple los mandamientos todo lo contrario ocurrirá. Una teología, digamos sin desmerecer, simplista. La Mishná del siglo II continúa con esta mentalidad y nos comenta que si uno cumple un precepto a uno le irá bien y sus días se alargarán, mientras que si uno no cumple un precepto sus días no se alargarán y no disfrutará de la tierra. Sin embargo el Talmud trae una refutación a esta teología y enseña que otros sabios ya habían dicho que el fruto de los mandamientos no pertenecía a este mundo sino al mundo venidero, es decir, que a diferencia de la Mishná y de la Torá la recompensa por el cumplimiento de los mandamientos no se da en este mundo sino en el Olám Habá (mundo venidero). La teología anterior era una teología de inmediatez, causa y efecto, mientras que esta nueva teología es más lenta y no es "directa". Rabi Iakov es más enfático aun y enseña que la recompensa por el cumplimiento de los mandamientos no existe en este mundo, solo es merecida en el mundo venidero. Los sabios enseñan que quien honra a sus padres, realiza acciones bondadosas, recibe invitados en sus hogares, busca la paz entre los hombres o estudia Torá come los frutos de estas acciones en este mundo pero la recompensa definitiva le es asignada en el Olám Habá. 

La noción de que la recompensa o el castigo no vienen en este mundo sino en el mundo venidero, después de la muerte, corresponde a una teología que no existía en los tiempos de la Torá pero si en los tiempos de los rabinos de fines de la edad antigua. Los sabios veían que había demasiadas injusticias en el mundo y no podían considerar que un Dios bondadoso permitiese tales situaciones, por lo cual entendieron que en "otro mundo" se debía dar la verdadera justicia. Nuestro sabios buscaban "justificar a Dios" (Tziduk HaDin) de cualquier manera posible. Una situación, según relata el Talmud los llevó inexorablemente a cambiar la teología tradicional. La Torá nos enseña que solo dos mandamientos alargan la vida de los hombres: honrar al padre y a la madre y sacar a la madre de un ave cuando uno va a tomar a alguno de sus huevos. Se cuenta que cierta vez un padre le pidió a su hijo que suba a una escalera y tome a un huevo de un nido. El pequeño diligentemente cumplió el mandato del padre, subió al árbol  espantó a la madre de los pichones y tomó el huevo; mas al bajar cayó y murió. Un sabio (Elisha ben Abuya) al ver esta situación expresó que no hay Dios ni justicia en este mundo ya que este pequeño estaba cumpliendo dos mandamientos que aseguraban que su vida se iba a alargar mas murió en el acto. Sin embargo otros sabios comprendieron que situaciones como estas nos llevan a suponer que si afirmamos que existe un Dios misericordioso entonces debemos afirmar también que la justicia, en este o en "otro mundo" se da. Y si, como vemos muchas veces no es en este mundo dónde se da, entonces debemos afirmar que es en el Olám Habá. Es una teología esperanzadora pero que a mi nunca me convenció. ¿Y a ustedes?


miércoles, 3 de abril de 2013

Kidushin 38 - Hasta los 120!

En la tradición judía cuando alguien cumple años se le suele decir: Hasta los 120! (Ad mea veesrim, en hebreo). ¿Cuál es el motivo de esta tradición? La respuesta radica en uno de nuestros pasajes talmúdicos del día. 

Los sabios discuten en que día nació y en que día murió Moshé, aquel líder paradigmatico del pueblo judío, que nos condujo de la esclavitud hacia la libertad. La Torá nos enseña que Moshé vivió 120 años: Fue Moshé y habló estas palabras a todo Israel, y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto Adonai me ha dicho: No pasarás este Jordán. (Debarim 31:1-2). Luego de cuarenta años de vagar por el desierto, de ser el líder del pueblo judío, Dios le advierte a Moshé, cuando el pueblo judío esta allende a la tierra de Israel a punto de entrar, que él no podrá entrar a la tierra. Moshé en ese momento tenía 120 años, había cumplido sus días en la tierra. Según la tradición bíblica el promedio de vida de un hombre recto es de 70 años más lo máximo que puede aspirar un hombre sumamente santo y elevado como Moshé puede ser de 120 años (luego del diluvio universal los años de vida de las personas, en el imaginario bíblico, se reducen considerablemente). Cuando deseamos que una persona viva hasta los 120 años estamos recordando la vida de Moshé, le deseamos a aquella persona que viva plenamente como vivió Moshé. Que sus días puedan estirarse con salud hasta los 120 años. 

Ahora bien, los rabinos leen en la Torá: Mas a Adonai vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días (Shemot 23:25-26) e interpretan esta última parte del versículo como el pacto que hace Dios con los hombres y las mujeres justas. Si uno vive una vida de rectitud, dice Dios, nuestros días se completarán, llegaremos a los 120 años de vida plena y en salud. Pero hay más. Completar los días significa que uno nacerá y morirá el mismo día pero 120 años después. Moshé nació, según los calculos de los sabios, un 7 de Adar y muere también un 7 de Adar, luego de completar sus días en la vida. 

Hasta los 120 años y a los 100 como a los 20. Qué podamos todos alcanzar una vida plena con salud, felicidad y amor. Qué a los 100 años podamos tener el vigor, la fuerza y los sueños de los 20. Qué tengamos todos una vida interesante! 

lunes, 1 de abril de 2013

Kidushin 37 - Los preceptos de la tierra

Estos son los estatutos y decretos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que Adonai el Dios de tus padres te ha dado para que tomes posesión de ella, todos los días que vosotros viviereis sobre la tierra. (Debarim 12:1)

Hay muchas formas de subdividir los "613" mandamientos (lo pongo entre comillas porque hay muchas versiones sobre cuales son estos mandamientos exactamente). Están quienes dividen entre los preceptos positivos y los negativos, entre los preceptos para los hombres o para las mujeres, entre los que están acotados a un tiempo determinado o los que se pueden realizar en cualquier situación. El Talmud en esta oportunidad nos llama la atención sobre otra forma de subdividir los mandamientos: los que dependen de la tierra y los que no. Los que dependen de la tierra (es decir la tierra de Israel) solo deben ser cumplidos únicamente por los judíos que viven en la tierra prometida mientras que los preceptos que no dependen de la tierra deben ser cumplidos tanto por los que viven en Israel como por quienes viven en la diaspora. 

Rabi Iehuda lo explica de la siguiente manera: "Todas los mandamientos que dependen del cuerpo, deben ser realizados tanto en la tierra de Israel como fuera de ella; mientras que todos los mandamientos que dependen de la tierra no deben ser realizados sino en la Tierra de Israel". Hay mandamientos que dependen solamente de nuestros cuerpos, ejemplos: Tefilin, Tefila, ayunos, etc. Hay mandamientos que dependen de la tierra: los diezmos, las siembras, etc. Estos últimos solo deben realizarse si uno vive en la tierra de Israel, si uno tiene campos en la Argentina por ejemplo uno no esta obligado a quitar de su cosecha el diezmo que la Torá prescribe. Si bien esto es lo que los sabios deducen de la Torá los rabinos también decretaron en diversos periodos de tiempo en sus dispersiones que varios de los mandamientos que están supeditados a la tierra sean también cumplidos por los judíos en la diaspora. El mandamiento de Orlá (el que se debe esperar  un total de 5 años desde que uno planta un árbol para comer sus frutos), el de Kilaim (la prohibición de sembrar en un mismo terreno dos granos diferentes), o el de Jadash (la prohibición de comer de la nueva cosecha hasta el 16 de Nisan), son prohibiciones que los rabinos decidieron que aunque dependan de la tierra también deben ser cumplidos por los judíos de las diasporas. No obstante los legisladores judíos de la edad media reconocen que muchos de estos preceptos no son aplicados de manera estricta por sus contemporáneos.

Extra:  Los tefilin sionistas. En la escuela de Rabi Ishmael se enseñaba que por el cumplimiento del mandamiento de los Tefilin los judíos iban a merecer entrar (y retornar) a la tierra de Israel. Por lo cual cada vez que nos ponemos los Tefilín, según esta tradiciones, estamos atrayendo el merito al pueblo de Israel para que retorne prontamente a su tierra. ¿Un buen eslogan para los religiosos sionistas de Israel, no?